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El estreno de la nueva película del estadounidense Larry Clark en la Sección Oficial del SEFF 2014 deja pocos aplausos y más de una deserción durante su proyección en el quinto día del festival hispalense.

Corría 1995 cuando Larry Clark, ya para entonces convertido en un fotógrafo de prestigio, dirigió su primera película, ‘Kids’. Este debut, escrito por Harmony Korine –el “enfant terrible” del cine “indie” norteamericano–, narraba el descenso a los infiernos de un grupo de adolescentes neoyorquinos en una única jornada estival.

‘The Smell of Us’ pasa por ser una revisión de las mismas constantes de la obra inicial de Clark, pero trasplantadas en este caso a un marco geográfico diferente, el París de principios del siglo XXI. Por la capital francesa deambula, en efecto, la misma tipología adolescente que ya protagonizara ‘Kids’. El director estadounidense vuelve a valerse de una estética de vocación realista para retratar las conductas anómicas del grupo de ‘skaters’ parisinos sobre el que fija su mirada.

El interés por la trama, deslavazada y fortuita, cede en favor del desarrollo de una sucesión de instantes concebidos como unidades visuales autónomas: encuentros sexuales explícitos, secuencias de las hazañas de los protagonistas a lomos de sus monopatines, fiestas, actos vandálicos de diferente magnitud, y broncas y desencuentros familiares filmados en obsesivos planos cortos y con cámara en mano.

Una crítica reciente en la web norteamericana ‘Indiwire’ calificaba la obra de Clark como ‘cine de entrepierna’. La denominación resulta de lo más acertada ante la insistencia del realizador por mostrar las zonas genitales, principalmente las masculinas, de acuerdo a una fijación autoral por visibilizar el cuerpo como evidencia última en mitad de un universo caracterizado por la ausencia y la carencia de referentes.

Dicha ausencia cubre diferentes dimensiones que van desde el entorno familiar (la desaparición del modelo paterno como garante de autoridad), al propio marco de la ciudad (una París escasamente reconocible salvo por la presencia fugaz de algún hito arquitectónico filmado desde la distancia), o que significan la absoluta carencia de fundamentos o principios de conducta mortal.

‘The Smell of Us’ lleva al extremo estos presupuestos, y lo hace durante un metraje que se hace irritantemente largo. Lo que en ‘Kids’ aún podría calificarse de provocación más o menos estimulante es aquí simple pose autoral, un ruidoso gesto en el vacío.

En las antípodas de la propuesta de Larry Clark se sitúa ‘Remine, el último movimiento obrero’ de Marcos Martínez Merino, cinta encuadrada en el apartado de no ficción de la sección ‘Las nuevas Olas’. Merino, cámara y micrófono en mano, documenta la huelga llevada a cabo por los mineros asturianos en 2012 con la intención de registrar el ocaso del último movimiento obrero nacido tras la revolución industrial.

La mirada del documentalista se posa en los diferentes frentes de una lucha que atañe a toda una comunidad y a un espacio geográfico. De tal forma, las historias individuales confluyen con el propósito de manifestar una misma reivindicación y un mismo sentimiento compartido, el de un sujeto colectivo –los mineros y sus familias–, que son observados por Merino con una acertadísima mezcla de distanciamiento objetivo, respeto y emotividad carente de sentimentalismos.

Una película valiosa, emocionante y necesaria, tanto por la realidad a la que alude como por su tratamiento documental y su innegable espíritu combativo.