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La obra del artista sevillano presenta una vista de pájaro del Casino de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 y del Parque de María Luisa, del que este año se cumple su centenario.

El pintor Curro González (Sevilla, 1960) firma la obra que servirá de imagen para la nueva edición del Festival de Cine Europeo, que tendrá lugar entre el 7 y el 15 de noviembre próximos. Uno de los artistas plásticos más relevantes de la Generación Sevillana de los 80, punta de lanza de la escena pictórica nacional (aglutinada en torno a la revista Figura y a ese hervidero rupturista que fue la galería La Máquina Española), pone sus ojos en el SEFF con un cartel en el que sigue fiel a su lenguaje crítico, su personalísimo sentido del humor e ironía, y nos introduce en un paisaje icónico de la ciudad visto desde una perspectiva insólita y pocas veces antes dibujada (la vista de pájaro).

Y es que la mirada de Curro, tal y como ha venido haciendo a lo largo de sus treinta años de trayectoria, nos lleva lejos de los clichés sin necesidad de salir del ámbito más retratado de la ciudad; y sumerge al espectador en una atmósfera onírica y ciertamente surrealista, invirtiendo los puntos de vista tradicionales.

Acudiendo a referentes como la película Ocho y medio, de Federico Fellini, Curro González presenta una imagen paisajística con el Casino de la Exposición Iberoamericana de 1929 como eje central de la obra y su anexo Parque de María Luisa, del que precisamente se cumple este año su centenario como regalo a la ciudad de Sevilla por parte de la infanta que le presta su nombre.

Plagada de referencias literarias y metapictóricas, el trabajo de Curro González –presente en las colecciones de arte contemporáneo de referencia del país- también se ha acercado al cine en más de una ocasión. Precisamente, su última exposición individual en Sevilla (septiembre de 2013) tomaba de punto de partida la obra de Ladislaw Starewicz, pionero en la técnica de animación fotograma a fotograma (stop-motion), quien gracias al centenar de películas que filmó entre Rusia y Francia desde principios de siglo hasta su muerte en 1965, se convirtió en uno de los cineastas más surrealistas del siglo XX, reivindicado después por realizadores como Tim Burton y Terry Gilliam.

En esta ocasión, González ha desviado su mirada hacia el cine italiano de la segunda mitad del siglo XX con un guiño más que evidente al film de Fellini, al que el pintor sevillano considera “una de las películas más destacables de la Historia del Cine”. Protagonizada por Marcello Mastroianni y Claudia Cardinale, es efectivamente una de los trabajos más célebres y celebrados del realizador italiano, casi un tratado existencial sobre el hombre moderno, encarnado en un cineasta en plena crisis creativa.