La muestra se compone de 22 obras en acrílico sobre lienzo, que se presentan distribuidos en el hall de la Biblioteca Infanta Elena, donde la reinterpretación de las tradiciones más sevillanas, se presentan con un toque único y personal, firmados bajo su nombre artístico “Pincho”, que trae nuevos aires del otro lado del Atlántico a la pintura sevillana.

La exposición ‘Salmorejo con huevo y jamón’, del cubano Yoel Moreno – Aureoles, estará en Sevilla hasta el próximo 8 de mayo en la Biblioteca Infanta Elena.

El artista cubano Yoel Moreno-Aurioles, más conocido como Pincho, expone por primera vez su obra pictórica en Sevilla, ciudad en la que ha fijado su residencia desde que llegara de La Habana. Bajo el singular título ‘Salmorejo con huevo y jamón’, tomado de la letra de una canción de flamenco que escuchaba mientras pintaba uno de los cuadros expuestos, presenta su particular visión de personajes típicos andaluces: toreros, flamencas, cantaores, gitanas, etc; envueltos en una atmósfera de reposada ternura, con toques naif.

La muestra se compone de 22 obras en acrílico sobre lienzo, que se presentan distribuidos en el hall de la Biblioteca Infanta Elena, donde la reinterpretación de las tradiciones más sevillanas, se presentan con un toque único y personal, firmados bajo su nombre artístico “Pincho”, que trae nuevos aires del otro lado del Atlántico a la pintura sevillana.

Con la inspiración de los pintores cubanos Pedro Pablo Oliva, Arturo Montoto y Mario García Portela y su particular visión, emanada de su trayectoria como diseñador y caricaturista, Yoel Moreno-Aurioles, presenta a “personajes desproporcionados, con cabezas grandes y manos pequeñas, pero que reflejan su particular concepto de la belleza, de cuidada expresión.

Todo responde a un acentuado simbolismo, que se amplifica en la técnica, esmerada y artesana, de miles de líneas que se confunden y se entremezclan conformando las formas y los personajes retratados. Tal como explica Yoel Moreno-Aurioles, “líneas que se alinean con Pincho, el apodo por el que soy conocido, donde cientos de rayas se tejen como pinchos de una zarza. Trazos que se perciben en la cercanía, pero que se pierden en la lejanía, conformando los volúmenes y logrando un resultado cuanto menos sorprendente y mágico». 

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