El cristo de Palmete encendió los ánimos de los vecinos del Cerro/SA

Esperpéntica visita de la hermandad de Palmete a la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores del Cerro del Águila. El barrio acogió con palmas a una cofradía hermana. Por su parte, Pino Montano y el Cristo de la Corona impregnaron de belleza el primer día de Semana Santa en Sevilla.

El paso de palio de Pino Montano, cada año más completo/SAÁngel Espínola. Tumulto en los alrededores de Nuestra Señora de los Dolores, a sus puertas llama el Cristo de la Salud y Clemencia, y con él, un barrio entero. La música suena; estridente, rápida, preciosa y el espectáculo nos confirma que estamos en Sevilla, y en Semana Santa. El Cristo de la Corona minutos antes de entrar en Santa Cruz/SANo se cabía en el Cerro para ver a la hermandad vecina de Palmete, que hace su estación de penitencia en el templo del barrio.

Ahí va el cristo, poco a poco, como anda la hermandad más humilde de toda la Semana Santa. Cada año la canasta del paso se encuentra más tallada, y la Virgen de la Divina Gracia con más adornos florales. El barrio reluce como si fuera la noche del Martes Santo, y los sentimientos comienzan a hacer mella en el ánimo de los asistentes con las primeras saetas. Tras la ovación, coge camino de vuelta, que Palmete está aún lejos. 

La cofradía de Pino Montano, por su parte, inauguró de nuevo la Semana cofrade en Sevilla con su espectacular misterio. Los andares del paso de cristo, con influencias macarenas, fueron dejando los primeros aromas a incienso y sus nazarenos, suministrando los primeros caramelos. Mientras se va el misterio, los sones del paso de palio ya se oyen a lo lejos. Qué corta se hace el tiempo de espera y qué bien se mueve la virgen. Se huele ya el ambiente de una semana que no ha hecho más que empezar.

Rozando la medianoche, entra el Cristo de la Corona en las callejuelas del barrio Santa Cruz. Silencio sepulcral ante una cofradía joven, que deja estampas de libro junto a las murallas sevillanas. Este año el recorrido se alarga hasta la Plaza del Salvador. El morado de la cera caliente comienza a impregnar el centro de Sevilla de un color único por estas fechas.

Tres hermandades más hicieron su estación de penitencias el viernes de dolores, sacando a la calle a los primeros centenares de aficionados a la fiesta. Miles se esperan a partir del Domingo de Ramos. La Semana Santa ya ha comenzado, y se siente en el ambiente. Un clima mágica que sólo puede vivirse unos días al año. Habrá pues que disfrutarlos.

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