Misterio de la Exaltación yánez

Miércoles Santo: todo fue posible

Si se ha llegado a esta jornada superando las inclemencias del tiempo, es porque el refranero nos va a premiar con uno de sus tres soleados Jueves, bendito calendario, aunque maldito refranero, que tiene para todo y todos con sus aguas abrileñas.

Si no es de esa gente que sacrifica el día para dormir y reservarse para la noche más larga del año, mis felicitaciones, podrá disfrutar de una jornada tan añeja como espléndida; una tarde primaveral que puede comenzar en mañana de mantillas y sagrarios si así lo quiere. Las aglomeraciones están aseguradas, no le digo que no, pero cuesta mucho resistirse al encanto de esa plaza, esa rampa (siempre tuve buena dicción como para pronunciarlo con l) y ese Dios de Montañés que aguarda en su exquisito paso de plata.

Si se aventura a principiar por Los Remedios, puede aventurarse a ver salir Las Cigarreras, o si lo prefiere, espere a la cofradía sobre el río; si le acompañan criaturas puede ser la mejor opción.

También, como en toda la semana, son recomendables Las Setas y sus entornos amplios, llenos de puestecillos y locales de viandas muy variadas. No hay niño que no entretenga la espera mejor que con esa oferta en lo que los cortejos van encendiendo los cirios. No les prive de ver aparecer la Cruz de Guía de La Exaltación, con ese despliegue de atributos que tantas preguntas generan a ciertas edades.

Si piensa que Sevilla es un pueblo grande, que lo es, Monte-Sión ni le debe ni le puede faltar. Si tiene los arrestos de acudir a la salida, no se arrepentirá; pero si le flaquean fuerzas, compañías o cuadratura de horarios, en Trajano puede apostarse, cuanto más cerca de la Alameda, mayor será la comodidad.

Si le duelen los pies a estas alturas, recuerde que merece la pena, que es un crimen perderse este día. Coja fuerzas para buscar la Quinta Angustia a su salida, en su entorno de siglos que se quedan quietos por La Magdalena. También, si le llama la ciudad que vivía al borde de un muro entre viajeros y negros libertos, puede esperar en la ojiva de San Esteban la llegada de la cofradía de Los Negros en su recogida. Cuando el singular manto de la Virgen de Los Ángeles le de la espalda buscando su casa calle San Esteban abajo, se dará cuenta de que este día merece tanto la pena, que le crecerán alas en los pies, que por calles que ya se van despoblando, le conducirán a ver al Valle en recogimiento en su camino de vuelta. En este punto, sólo le queda ver como Pasión vuelve a casa, en un momento triste y jubiloso que prepara el corazón para todo lo que aún le queda por latir.

Si en este último tramo flaquean las energías, la Alfalfa siempre dará un consuelo y un apoyo. Incluso, me juego lo que sea, se encontrará a alguien, aunque quien sabe si no es caro este emotivo momento, vigile la cartera.

Hay inquietud por el Arco, se sabe, se siente y se presiente; pero en la calle Feria aún se resisten al final de los finales. La ciudad vuelve a poblarse, esta vez de figuras más oscuras y cubiertas, que enfundadas en la comodidad del atuendo buscan en riadas las plazas, las calles, las puertas de los templos donde todo comienza de nuevo, si es que alguna vez terminó.

Puede decidir, o dejar que sus fuerzas decidan. Podrá optar por el café, el vino o el caldo. Podrá hacer lo que el cansancio y la cercanía del hogar le permitan, pero todo eso lo hará sabiendo que vivió el Jueves Santo y que mereció la pena.

 

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...