vendedor palos selfie

A veces nos dejamos llevar por las connotaciones positivas de la palabra tradición aunque, cuando hablamos de alguna siempre es conveniente distinguir si se halla entre las buenas o las malas.

En tradiciones se convirtieron las bullas agobiantes delante de los pasos y los flashes estampándose contra las imágenes; y como tradición tomamos ya el uso de sillas plegables a pie de calle para ver las cofradías, impidiendo a veces que el público fluya con la naturalidad habitual de tiempos anteriores.

Tales antecedentes han llevado a diversos círculos y colectivos cofrades a alertarnos desde ya de los riesgos que puede conllevar la llegada a la Semana Santa sevillana de los palos-selfie, una moda venida a España el pasado año de la que dan buena cuenta las redes sociales que a diario se inundan de imágenes tomadas con estos artilugios.

Los temores al mencionado invento no son infundados, ya que recientemente la Galería Nacional de Londres, una de las pinacotecas más visitadas de la capital británica, informaba sobre la prohibición en sus instalaciones de los palos para tomar selfies ante la posibilidad de dañar obras e incluso a otros visitantes. En el listado de emporios de arte que también han tomado esa decisión se encuentran el MoMA y el Cooper Hewitt, el Museo de Bellas Artes de Boston y los 19 del complejo del Smithsonian en Washington, que han alcanzado a restringir incluso el uso de trípodes y monopies para evitar que nada turbe la contemplación de sus obras. En España por lo pronto, el uso del stick sólo se desautoriza en el Guggenheim y los museos de Mallorca.

El reconocido pintor sevillano, Daniel Franca, denomina la invención como “elemento”, aludiendo directamente al “elemento que lo porta”. “A esa persona que alza sus dos brazos, móvil en mano y después de una hora en pie, termina impidiendo la vista del misterio de la cofradía que estabas esperando le importa un pimiento lo que tienen delante y al que tienen detrás. Lo único que les importa es capturar la escena para decir a través de WhatsApp, Facebook o Twitter: Pepito, Fulanita, mira donde estoy :)”

“El principal problema en Sevilla es que el cofrade medio es hortera”, dice por otro lado el pensador S. Palma, basando su sentencia en la proliferación de las modas citadas anteriormente. “El palo selfie es una horterada que se generalizará rápidamente, por lo que sólo es cuestión de tiempo ver el primer autorretrato de alguien con un Cristo o una Virgen de fondo”, advierte, para concluir que “el ansia del cofrade por lo insólito y por hacer la foto histórica y única será el caldo de cultivo de este movimiento”.

Desde el entorno de las redes sociales también se pone en entredicho el correcto uso del mecanismo. Pepe Santos, cofundador de Blogosur cuenta que “el palo dará la oportunidad de meterse hasta en la sopa a paparazzis amateur que desconocen la metodología a emplear para no molestar a quienes se encuentran alrededor”. Según Santos “en el uso de esta moda primará el espectáculo por encima del sentimiento o respeto hacia una cofradía”. “Ver pasar un paso puede convertirse en un photocall cofrade lleno de frikis que lo único que buscan es esa foto o vídeo guapo para luego compartir entre amigos”, nos comenta el experto, para rematar diciendo que “cada vez seremos menos los que lo único que hagamos cuando veamos pasar un paso sea persignarnos, sintiéndonos como unos extraños”. 

A día de hoy, la concejalía de Fiestas Mayores de Sevilla no se ha pronunciado al respecto, si bien no sería descartable que en cuestión de días lance un comunicado como ya hiciese en 2010, invitando a moderar el uso de las sillas plegables de las cuales llegaron a ser incautadas más de 2.500 durante la Semana de Pasión de 2009, tras haberse provocado múltiples conflictos durante los distintos recorridos procesionales de las cofradías. Las amonestaciones verbales y la confiscación por parte de la policía para evitar males mayores han sido hasta el día de hoy las medidas tomadas contra la plaga de estos banquitos, y posiblemente sean las mismas para controlar en cierto modo el uso del extensor evitando de este modo las habituales confrontaciones que suelen surgir entre el público.

Quienes sigan sumándose a las vanguardias cofrades van a tener complicado escaparse de los chascarrillos habituales semanasanteros porque, sentados en la sillita y sosteniendo el alargado palo entre sus manos, más que viendo cofradías va a parecer que están pescando en la orilla de los corrales en Chipiona.