En las situaciones favorables, todos podemos ser estupendos, pero ser justo y coherente en una decisión difícil es lo complicado.

Si algo puede calificarse de ejemplar es la actuación del Hermano Mayor de Santa Genoveva, del principio al fin de su intervención salpicada de frases cargadas de lógica como «aquí el corazón no, aquí hay que pensar con la cabeza».  O esa matización final de «si al final no llueve, todos los palos para mí…», unido a su deseo de que el día mejorara para otras cofradías.

Podría decirse que, tras algunos episodios que podrían calificarse de pintorescos, o esperpénticos incluso, lo de este señor fue simplemente ejemplar. Pero tras la decisión del Polígono y la hermandad mercedaria, se veía que algo iba a salir mal… Para empezar, porque resultaba incomprensible cómo las prórrogas se alargaban tanto, llegando a salir alguna cofradía a la misma hora en que debía estar para entrar en Campana, pero la lluvia tiene eso, desbarata los planes.

De todas formas, no lo digo por el desenlace que todos ya sabemos, pero salir era un error mayúsculo. Cuando el tiempo está inestable, la propia palabra te indica que lo impredecible del momento hace que nadie pueda garantizar nada. Puedo ser algo dura en este sentido, pero entiéndanme, tengo trauma, mi cofradía se mojó hace unos años y creo que nunca he visto nada más triste; y siempre que veo que le ocurre lo mismo a otra cofradía pienso que no hay necesidad de eso.

Como broche de un día fatal, la Vera-Cruz, siempre tan elegante, tan austera, tan fiel a sí misma, sin quererlo ni pretenderlo salió a dar ejemplo, testimonio, salió humildemente a hacer lo que consideraba que debía hacer, salió a demostrar que aún hoy puede hacerse algo diferente y a la vez muy sencillo y sobre todo, bello.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...