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El Sevilla se impuso al Mallorca trazando un fútbol combinativo y, por momentos, fulgurante, que desarboló el entramado defensivo que tejió Caparrós.

No es fácil jugar un Lunes Santo en Sevilla, porque la ciudad en esta fecha tan señalada se vuelca con sus hermandades. Pero Nervión registró una excepcional entrada, que se recompensó con fútbol de muchos quilates.

Todo lo puso el Sevilla, entregado a un ritmo de triunfos que ha cambiado el aire de un equipo que hace unos meses estaba en una situación límite. No fue fácil, todo hay que decirlo, porque el campo en el comienzo del choque estaba imposible y el Mallorca se encerró sin dar tregua. No había orificios en el cuadro bermellón, pero el conjunto de Míchel, que ya tiene una identidad innegable, no se puso nervioso ni tampoco especuló.

Todo lo contrario, combinó una y otra vez, con un Trochowski que no disimula su colosal momento, hasta encontrar las primeras ocasiones. Obviamente, la maraña balear cedió huecos, sobre todo gracias a las internadas de Navas, que en el minuto 16 se puso de gol ante Aouate, salvando los muebles el israelí.

Reyes también destripaba a los visitantes por la siniestra. Los extremos afilaban las embestidas y cuando no eran ellos aparecía Manu al que sólo le faltaba estar algo más preciso en los pases finales a Negredo…

El partido era monocolor, por más que el gol se resistiese y que al pie del descuento Álvaro rematara a Palop con todo a favor, blocando el valenciano, muy bien colocado.

En la segunda parte la sensación de dominio iba a más. El césped estaba mejor y eso se notaba, porque el Sevilla hilvanaba el fútbol mucho más rápido, algo que sin duda hacía sufrir al Mallorca.

El premio se resistía y acabó llegando en el minuto 7, cuando Negredo se inventaba un maravilloso testarazo al bote de un córner de José Antonio Reyes. Abierta la lata los locales se dieron un festín y convirtieron la primera media hora del segundo acto en un verdadero espectáculo de juego trepidante y asociativo que se tradujo en dos nuevos goles. Primero fue Manu, que aprovechó un excepcional servicio de Navas y cruzó en el flanco izquierdo del área al segundo palo de Aouate. Y luego Navas y Reyes se inventaron la jugada de la noche.

El lío lo inició y culminó Navas, pero fue Reyes el que se la puso al palaciego en un hueco del área que sólo vio el incisivo extremo derecho, entrando desde atrás y fusilando sin piedad a la red.

El tercero rebajó ciertamente la tensión y el Mallorca se aprovechó de ello, acortando distancias por mediación de Hemed. Hubo algunos momentos de incertidumbre pero la defensa, con Luna derrochando suficiencia en el lateral izquierdo y Fazio ejerciendo de mandamás en el centro, supo imponerse al tímido intento de remontada visitante.

El Lunes Santo iba a premiar al que más méritos había puesto en el campo para llevarse la contienda. Rakitic, Kanouté y Deivid, que debutó, salieron desde el banquillo para reforzar una victoria indiscutible, que en su epílogo tuvo en la enorme ovación a Reyes cuando fue sustituido como la nota más significativa de la noche.

Con este claro triunfo el equipo de Míchel se coloca a un punto de la Europa League y a cinco de la Liga de Campeones. Sin mirar más allá que al siguiente partido, no se puede rebajar, sin embargo, la euforia que desata un Sevilla que anda crecido y se encuentra en el mejor momento de la temporada, justo cuando más importa.

Crónica facilitada por el Sevilla FC.

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...