Del doctor Monardes, con claroscuros acerca de su año de nacimiento -para unos 1493, cuando Cristóbal Colón comienza su segunda expedición a América, y para otros 1512, ya sabe, el valor medio que hemos tomado en este trabajo y cuando se publica, además, Liber de arte distillandi de compositis. Un texto en el que se describen diversas hierbas medicinales y la construcción de alambiques para procesarlas, a la vez que es el año en el que fallece su autor, el cirujano alemán Hieronymus Brunschwygk (1450-1512). Sin embargo, sabemos a cambio y a ciencia cierta la fecha de su defunción. El sevillano murió el 10 de octubre de 1588 de una apoplejía, a una edad que en cualquiera de los casos era muy longeva para la época, ¿quizás se encontraba entre las plantas de su jardín de Sierpes, el alquímico y quimérico “elixir de la vida”?

Del convento y la iglesia

Monardes murió ya viudo de su esposa Catalina, fallecida en 1577, y siendo sacerdote sus últimos años pues recibió las sagradas órdenes llevando el hábito de la Orden de San Pedro Ad-Víncula, y solo unos meses antes, el 4 de junio, había hecho testamento dejando una abultada herencia y en el que, entre otras disposiciones, pedía ser enterrado junto a su mujer en la iglesia del convento de San Leandro, perteneciente a la orden de las Agustinas Ermitañas fundado en 1369. Una voluntad que se cumplió. El conjunto donde reposa el matrimonio es un inmueble que posee una planta casi cuadrangular y está ubicado en el casco antiguo de la ciudad (CP 41003), con tres fachadas exteriores: una, la principal, que da a la plaza de San Ildefonso y la calle Caballerizas, es donde se encuentra la sencilla portada de acceso al convento; otra, de acceso a la iglesia, que corresponde a la plaza de San Leandro y la calle Zamudio; y estotra, ubicada en la calle Imperial.

De la placa y otros detalles conventuales

En el suelo del altar de dicha iglesia se conserva una sencilla lápida rectangular de mármol con argolla, en el que reza el siguiente texto: ESTA BOVEDA Y ENTERA / MIENTO ES DEL DOCTOR MO / NARDES Y DE DONA CATALINA / DE MORALES SV MUGER Y DE / SVS DESCENDIENTES Y SUSCE / ANO 1580 (Sic). Y una lápida posterior en el tiempo, de cuatro siglos después, nos recuerda este hecho: En esta iglesia está sepultado Nicolas Monardes Alfaro sevillano universal e introductor de la materia medica americana en Europa. El Excmo. Ayuntamiento de Sevilla en el IV centenario de su muerte. 10-X-1988 (Sic). A propósito de este centenario de la lápida, quien fuera también médico sevillano, Antonio Hermosilla Molina, dijo de Monardes que “reposa para siempre, en aromas de clausura y deleites del paladar”; bellísimo y una clara alusión a los dulces típicos que se fabrican en sus dependencias, las archi famosas “Yemas de San Leandro”, créame, gloria bendita leandrina. Por cierto el traumatólogo y cofrade fue el segundo presidente (1991-1995) que tuvo la Asociación ‘Nicolás Monardes’ que ya vino a estos predios monardescos hace unas semanas.

Otros vínculos

Como sin duda se habrá percatado, en la costura de este paño han quedado algunos flecos sueltos no carentes de interés, me refiero a: la Casa de Contratación de la que Monardes era cliente habitual; esa Cruz del Baratillo de la taurina calle Adriano; la barreduela Azofaifo, donde el jardín-huerto botánico del sevillano, equipado con un original laboratorio y museo en el que preparaba los productos medicinales que aplicaba a sus pacientes; la disciplinar calle Botánica o la aplicada calle Herbolario entre otros. Espero poder, a no mucho tardar, irlas hilvanando en este tejido científico-callejero periodístico. Claro que, por otro lado, sólo se han pespunteado sustancias químicas que bien merecen nuestra atención: es el caso del tabaco y su importante papel social en la ciudad, habrá que volver sobre él; o del sassafrás, nombre que el sevillano le puso en el siglo XVI, a la sustancia obtenida de la raíz o corteza de un árbol llamado Sassafras albidum.

Adenda bioquímica

O la zarzaparrilla americana, del género Smilax, que gozaba de mayores propiedades salutíferas que la nuestra (Smilax aspera), utilizada durante siglos en el Viejo Mundo como infusión diurética y depurativa, remedio sudorífico para casos de enfermedades venéreas (como la sífilis) y, otros remedios medicinales. Sí, la americana es una predecesora de la zarzaparrilla de los “western” de los años setenta que, con algunas variantes, los vaqueros consumían en el “saloon”, y de ella solo hay un paso para el archiconocido refresco de las dos letras “C”. Claro que del sassafrás se obtiene el aceite de safrol, producto principal para sintetizar la 3,4-metilendioxianfetamina, de fórmula molecular C11H15NO2, también conocida por las siglas MDMA o, más popularmente, éxtasis, cristal o M. Sí, la droga empatógena que produce efectos emocionales (euforia) y sociales (sociabilidad) perteneciente a las genéricamente llamadas “anfetaminas” y que fue descubierta en 1912 por el químico alemán Anton Köllisch (1888-1916). Lo malo de la misma es que, unas décadas después, a partir de los setenta, se hizo popular en ciertos ambientes como droga psicotrópica con graves efectos fisiológicos -aumenta la actividad de los neurotransmisores dopamina, norepinefrina y especialmente de la serotonina en el cerebro-, que hicieron que se ilegalizara su fabricación y consumo, salvo en algunas excepciones científicas y médicas. (¿Continuará?)

Catedrático de Física y Química jubilado. Autor del blog 'Enroque de Ciencia' (carlosroquesanchez@gmail.com)