Una desconfianza, o como él la llama “intuición escéptica”, que relata en la segunda parte de sus Recuerdos de mi vida (capítulo III): “Para estudiarlas metódicamente, varios amigos, algunos de ellos tertulianos del Casino de la Agricultura, organizamos un Comité de investigaciones psicológicas. E inauguramos nuestras pesquisas con la busca y captura de sujetos idóneos. Por mi casa, convertida al efecto en domicilio social, desfilaron especies notabilísimas de histéricas, neurasténicos, maníacos y hasta de acreditados médiums espiritistas”.

Consciente de que las creencias previas pueden engañar incluso a un científico y hacerle aceptar como verdadero lo que no son sino meros fraudes, escribió: “No obstante, el aparato científico con que fueron observados, tenemos por sospechosos los fenómenos sobrenaturales relatados por W. Crookes, Zöllner, Flammarión, Lombroso, W. James, Luciani, etcétera, engañados por Eusepia Paladino y otros médiums no menos ladinos. Estas caídas de mentalidades que, en los dominios de la ciencia, demostraron poseer facultades críticas de primer orden, enseñan cuán peligroso es abordar el estudio de los fenómenos medianímicos -tan propicios al fraude y superchería- con el prejuicio de la comunicabilidad de los muertos con los vivos. Siempre que semejante estado de creencia falta, las artimañas ingeniosas de los médiums son sorprendidas hasta por los observadores menos sagaces”.

Otros relatos. Fotografie di Fantasmi, 1912

En 1905 publicó un volumen con varios relatos cortos titulado Cuentos de vacaciones, que va acompañado del sugerente subtítulo Narraciones pseudocientíficas, es decir que lo tenía ‘claro clarinete’. Como ya comentamos el histólogo escribió varias novelas y relatos de ficción científica, como La vida en el año 6000, aunque algunas no llegaron a publicarse y las que lo hicieron fueron en ediciones de escasa tirada, muchos de cuyos ejemplares se perdieron; en este terreno su pretendida labor divulgadora y pedagógica quedó prácticamente en nada. Pero hete aquí que, recientemente, ha aparecido a la venta en internet por 12 000 € un libro del espiritista italiano Enrico Imoda, con una serie de fotografías en blanco y negro de presuntos fantasmas y que en los márgenes tiene unas supuestas anotaciones del Nobel, su nombre Fotografie di Fantasmi, es de 1912 y entre las anotaciones ramonenses una indignada “¡Si es un dibujo sobre cartón!”.

El valor de la prueba

Se ha comenzado a investigar la autenticidad tanto de las imágenes, en las que se pueden apreciar figuras difusas y sombras que se asemejan a rostros y otras partes del cuerpo humano, como la de las notas escépticas atribuidas al científico evidenciando el fraude. Y ahí está el debate, entre los informes de la comunidad científica y las opiniones de los aficionados al mundo paranormal, entre la racionalidad de la ciencia y la credulidad de la creencia. Mientras para unos las fotografías son evidencia de la existencia de fantasmas, espíritus y la vida después de la muerte, para otros no son más que simples trucos, ilusiones ópticas o lo que es peor, fraudes de los ganapanes de la ignorancia y necesidad humanas. En la actualidad puede llamar la atención que una persona de ciencia como Ramón y Cajal se interesase por estas cuestiones, pero no debemos obviar que la filosofía positivista, pensamiento imperante en la época, finales del siglo XIX y principios del XX, ponía todo el peso de la prueba en las ciencias positivas, sobre todo la física. Y recelaba de todas aquellas disciplinas que no se ajustaban al modelo de su método, uno que requiere de observación, experimentación y falsación y cuestiona a la religión y lo sobrenatural.

¡Te pillé, fantasma!

En este interés por los misterios del Más Allá nuestro Nobel se sintió también fascinado por el mundo de los sueños y la sicología profunda, de modo que todas las mañanas anotaba los sueños que había tenido la noche anterior, por ver si sacaba algo en claro. Por lo que tengo leído, sólo averiguó que los sueños, pues eso, sueños son, cosa que ya habíadicho el clásico unos siglos antes. O sea. Incluso llegó a pagar a una médium con el fin de realizar algunos experimentos de espiritismo, ya que la mujer afirmaba estar inspirada por el arcángel San Gabriel y afirmaba contestar las preguntas a través del espíritu de una hermana suya monja, muerta hacía tiempo, que se le aparecía. Eso decía. Pero el histólogo la pilló en el engaño y la fantasmal figura no era otra que la misma médium, que se disfrazaba y deformaba el rostro con trozos de goma introducidos en las fosas nasales y la boca. Qué cosa tan penosa por previsible es la granujería del Más Acá, pero ya saben, la verdad existe, sólo hay que inventar la mentira.

Ramón y Cajal y Einstein

Hace ahora un siglo, en 1923, el físico germano-estadounidense Albert Einstein (1879-1955) visitó España durante tres semanas, invitado para dar unas conferencias que formaba parte de una gira por medio mundo. Y unos de los días que permaneció en Madrid visitó a un ya anciano Ramón y Cajal, un encuentro que pasó desapercibido y tuvo escasa repercusión en los medios, lo que no deja de llamar la atención pues sus protagonistas eran dos Nobeles geniales que revolucionaron la ciencia de su tiempo. Uno con el estudio de las conexiones neuronales en el interior del cerebro humano y, otro, con sus aportaciones sobre la relación espacio-tiempo y la desviación gravitatoria de la luz. ‘Que al carro de la cultura no le falte la rueda de la ciencia’.

Catedrático de Física y Química jubilado. Autor del blog 'Enroque de Ciencia' (carlosroquesanchez@gmail.com)