Archivo - El coche de la funeraria a la salida de la basílica tras la exhumación de Queipo de Llano - Joaquin Corchero - Europa Press - Archivo

La pasada noche de este jueves 2 de noviembre al viernes día 3 se cumplió un año ya de la exhumación de los restos mortales del general golpista Gonzalo Queipo de Llano y del auditor de guerra Francisco Bohórquez Vecina de la basílica de la Macarena, merced al requerimiento formulado por el Gobierno central a la hermandad por la reforma de la Ley estatal de Memoria Democrática, que prohíbe la presencia de restos de dirigentes del golpe de Estado de 1936 en lugares preeminentes de acceso público.

Por aquellas fechas, el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez López, ya había explicado que tras remitir su departamento una carta a la hermandad con el citado requerimiento, mantuvo una conversación telefónica con el hermano mayor de la Macarena, José Antonio Fernández Cabrero, quien según sus palabras mostró su «total sintonía» con la carta, que requería la exhumación y posterior traslado de los restos de Gonzalo Queipo de Llano y Sierra y del auditor de guerra Francisco Bohórquez Vecina del templo de la entidad.

Y es que el artículo 38.3 de la entonces nueva Ley de Memoria Democrática estipula que «los restos mortales de dirigentes del golpe militar de 1936 no podrán ser ni permanecer inhumados en un lugar preeminente de acceso público, distinto a un cementerio, que pueda favorecer la realización de actos públicos de exaltación, enaltecimiento o conmemoración de las violaciones de derechos humanos cometidas durante la Guerra o la Dictadura».

«Con proyección a uso público»

Es más, el artículo 35.5 señala directamente que «cuando los elementos contrarios a la memoria democrática estén ubicados en edificios de carácter privado o religioso, pero con proyección a un espacio o uso público, las personas o instituciones titulares o propietarias de los mismos deberán retirarlos o eliminarlos».

Sobre el asunto pesaba el acuerdo plenario aprobado por el Ayuntamiento de Sevilla en julio de 2016, con el voto contrario del PP, reclamando precisamente que el templo de la hermandad de la Macarena dejase de acoger dicha tumba, dado el papel del citado militar en los fusilamientos perpetrados en la ciudad tras el golpe de Estado de 1936.

Según la Real Academia de la Historia, «las estimaciones más fiables cifran en alrededor de 40.000» las personas «ejecutadas en el territorio dominado por Queipo» tras el golpe de Estado de 1936, señalando que «sólo en la ciudad de Sevilla se han contabilizado 4200 ejecuciones y otras 9000 en la provincia».

Exhumación en plena noche

En cualquier caso, en cumplimiento del requerimiento estatal, los trabajos destinados a exhumar los restos de Gonzalo Queipo de Llano y de Bohórquez Vecina del interior de la basílica de la Macarena comenzaron la noche del 2 de noviembre del año pasado y finalizaron ya la madruga del día 3.

No sobra recordar el momento vivido sobre las 2:20 horas de la madrugada del día 3, cuando al salir del templo la furgoneta que transportaba el féretro de Queipo de Llano, algunos de sus familiares comenzaron a aplaudir y a gritar «viva Queipo», ante lo cual la presidenta de la asociación Nuestra Memoria, Paqui Maqueda, reaccionó gritando «honor y gloria a las víctimas del franquismo», «se salda una deuda con las víctimas», «la impunidad se ha terminado» y otras proclamas en defensa del movimiento memorialista; acaparando la atención de los numerosos reporteros gráficos que cubrían la escena.

Este primer aniversario de este hito, que supuso la culminación de una reivindicación histórica de los movimientos memorialistas de Sevilla, llega en un momento en el que los mismos han acordado celebrar una gran movilización el día 2 de diciembre, para denunciar que el actual Gobierno popular del Ayuntamiento de Sevilla, encabezado por José Luis Sanz como alcalde, tiene «paralizadas» las políticas y proyectos de recuperación de la memoria histórica.

Periodista. Comunicando y aprendiendo de todo a mi alrededor. Involucrada en el periodismo social.