Valla publicitaria que anuncia a los sevillanos las obras de EMASESA

«Iban un lince, un flamenco, una espátula, un calamón y un abejaruco juntos por una alcantarilla, cuando de repente…». Parece el comienzo de un chiste, pero no lo es. Es la valla publicitaria que anuncia a los sevillanos las obras que cortan actualmente la avenida de las Razas. Obras que ya afectaron a parte de la calle Torneo el año pasado. La imagen no tiene desperdicio. Es una gran oportunidad para bucear en el subconsciente de las autoridades que dictan los caminos del agua.

Valla publicitaria que anuncia a los sevillanos las obras de EMASESA

En la esquina inferior izquierda se publicita: «Un avance en la gestión de la calidad del agua y en la conservación de los ecosistemas de Doñana». Nótese que los términos «avance», «calidad» y «conservación» inducen a pensar en positivo. Existe otro cartel al final de la avenida Padre García Tejero menos eufemístico que el anterior, pero parece otra adivinanza: «COLECTOR EMISARIO PUERTO». ¿Serán éstas las obras para rehabilitar una red de saneamiento de aguas residuales obsoleta? ¿Y qué tiene que ver eso con Doñana? Hay que escarbar hasta la licitación de la obra para empezar a enterarse del asunto.

Colector Emisario Puerto

Al parecer, la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Copero (Dos Hermanas), recibe su caudal de entrada desde el Colector S-200, también denominado «Emisario Puerto». Dicho colector es una infraestructura de saneamiento que lleva operativa desde hace más de 60 años, por lo que debe ser rehabilitado y ampliado. Hasta ahora, recogía las aguas residuales de Dos Hermanas y la cuenca sur de Sevilla, pero debe adecuarse para recibir también las del oeste y norte porque las depuradoras EDAR-Tablada y EDAR-San Jerónimo se cierran.

Entonces, ¿Qué tiene que ver todo eso con el avance en la conservación de los ecosistemas de Doñana, como decía la valla publicitaria? ¿En qué beneficia a la calidad del agua del estuario del Guadalquivir que se cierren dos depuradoras en Sevilla, se encaucen las tres cuartas partes de las aguas residuales de la ciudad hacia una sola depuradora y se aumente la capacidad de los aliviaderos de la red de saneamiento hacia el río Guadaíra? A primera vista, es más probable que se consiga todo lo contrario.

Habrá que acudir al BOE para seguir desenredando la cuestión: resulta que las referidas EDARs de Copero, Tablada y San Jerónimo se hallan incursas en un procedimiento de infracción de la Unión Europea que comenzó en 2016, por incumplimiento de la normativa relativa a la depuración de aguas residuales urbanas. Se trata de una directiva europea del año 1991 (concretamente, el Artículo 5 de la Directiva 91/271/CEE) que fue traspuesta a la legislación española en 1995 (…pues sí que van con retraso estas obras). Y lo que es peor, el 6 de abril de 2022, la Comisión Europea decidió llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la UE por la citada infracción. Como consuelo, hay que decir que son muy pocos los países de la Unión que se hayan librado de este tipo de infracciones, aunque destaca el caso de España donde 133 aglomeraciones urbanas llevan más de cinco lustros incumpliendo el Artículo 5 de dicha normativa.

Mapa del grado de cumplimiento en la UE del Art. 5 de la Directiva 91/271/CEE

El citado artículo de la Directiva sobre depuración de aguas residuales establece unos umbrales específicos de ciertos contaminantes en los vertidos procedentes de instalaciones de tratamiento de aguas residuales urbanas que estén situadas en las zonas de captación de zonas sensibles. Una vez que esta Directiva ha quedado fijada en la legislación española, se han establecido cuáles son esas zonas de captación y cuáles los contaminantes a restringir en cada una ellas, según el tamaño de cada aglomeración urbana. En el caso de una población conjunta que supera el millón de habitantes, como la metrópoli de Sevilla, los vertidos de sus depuradoras más grandes deben cumplir con una restricción específica relativa al fósforo (concentración media anual inferior a 1 mg/l de fósforo total[1]).

A todo ello, hay que sumar que no se pueden superar tampoco los umbrales generales de calidad de las aguas tratadas antes de ser evacuadas al Guadalquivir y/o a sus afluentes (como el río Guadaíra y el arroyo del Tamarguillo). Los vertidos urbanos de las depuradoras de otras grandes poblaciones ubicadas en las subcuencas vertientes al estuario del Guadalquivir (desde Alcalá del Río hasta Sanlúcar de Barrameda) también tienen que cumplir con un umbral adicional relativo al fósforo (aunque es la mitad de restrictivo que el anterior). Esta obligación se basa en la designación del estuario del Guadalquivir como zona de captación de una zona sensible: Doñana.

Mapa de las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) según GeoPortal: faltan por terminar 5 y 13 deben cumplir con la restricción de fósforo (↓↓ P) en sus vertidos por localizarse en la zona de captación de una zona sensible; de las cuatro EDAR de Sevilla, tres están incursas en un procedimiento de infracción de la Comisión Europea, precisamente, por no conseguir reducir el fósforo, y dos de ellas van a ser cerradas.

No tiene nada de extraño que Doñana, el mayor humedal de Europa occidental (aunque ya sólo cuando llueve a cántaros) sea designada zona sensible a la calidad del agua que recibe de sus cuencas vertientes, superficiales y subterráneas. Sin embargo, los designios de las autoridades competentes en la gestión del agua son inescrutables. Por una parte, ya se ha visto que EMASESA anuncia sus obras de una forma extremadamente eufemística en lugar de dar a conocer a los sevillanos la perenne necesidad de inversión en saneamiento y depuración en la que, impepinablemente, incurre cualquier metrópoli.

Por otra parte, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir que, a regañadientes estableció los límites de la zona de captación en el año 2019, a pesar de que Doñana había sido designada zona sensible en año 1998 (y sólo lo hizo para uno de los contaminantes, el fósforo, pero no para el nitrógeno), resulta que ignora por dónde circula el agua en esa zona sensible que dice quiere «proteger»: véase con detalle el mapa de recursos hídricos de la demarcación del Guadalquivir en Doñana.

Mapa detallado de la zona sensible en Doñana según la C.H.G.  Las interrogaciones (de izquierda a derecha y de arriba abajo) se refieren a: un tributario del Arroyo de la Rocina que lleva seco más de 30 años; la omisión del Caño Travieso; un caño Madre de las Marismas del Rocío  delineado como si aún mantuviera la continuidad hidrológica hasta el Guadalquivir de hace dos siglos; y en el recuadro de la esquina inferior derecha, una Vuelta de la Arena conectada al Brazo de la Torre cuando tal conexión se perdió con la construcción del muro de defensa izquierdo del encauzamiento del Guadiamar (Entremuros) en los años 60 del pasado siglo.

Me consta que más de un ingeniero/investigador/geógrafo, que se ha fiado de los planos de la C.H.G por ser la máxima autoridad competente de la administración en este tema, y porque quizá modelizan desde sus respectivos despachos (quiero pensar que no por exceso de autosuficiencia, sino por falta de presupuesto para prospecciones de campo), ha dado por hecho que el río Guadiamar está conectado con el Brazo de la Torre en la Vuelta de la Arena. De estarlo (que no lo está) el agua estuárica ascendería con la marea y nutriría el Caño Travieso que se deriva justo desde la Vuelta de la Arena, caracoleando y alimentando los lucios de la Marisma Gallega dentro del Parque Nacional. Por cierto, el cauce del Caño Travieso (una de las varias bocas por las que desaguaba el río Guadiamar antes de ser encauzado) no existe en el susodicho mapa oficial de recursos.

En resumen, la valla publicitaria de las obras bien poco tiene que ver con Doñana, máxime cuando la alimentación mareal de su marisma es ya casi relicta, y las autoridades desconocen hasta la geografía del territorio. En cambio, la calidad del agua que fluye desde los aliviaderos y los efluentes de las EDARs de Sevilla tiene un impacto directo sobre la ecología del estuario del Guadalquivir en cuya desembocadura se encuentra una Reserva de Pesca para la cría y engorde de numerosas especies marinas de peces, moluscos y crustáceos. Muchos de ellos de gran interés pesquero para las pesquerías de la zona y de todo el Golfo de Cádiz.

Las autoridades del agua deberían llenarse menos la boca con “Doñana” y explicar por qué se quiere agrupar tres cuartas partes de las aguas residuales de la metrópoli sevillana en una sola depuradora: la EDAR de Copero, y qué volumen de aguas residuales urbanas va a tener que verterse por los aliviaderos al maltrecho río Guadaíra para que esta depuradora pueda funcionar, si quiera, al  límite de la legislación vigente (1 mg/l de fósforo total como media anual).

Concretamente, la concentración media anual de fósforo total fue de 0,99 mg/l en el efluente de la EDAR de Copero en 2022 y de 1,33 mg/l en 2021, según datos del proyecto TransDMA. A este paso, España seguirá pagando sanciones a la UE durante otros tantos lustros por incumplimiento de la legislación relativa a la depuración de las aguas residuales urbanas. Y se lo tendrá bien merecido por haber arruinado las pesquerías (y la ecología del litoral) del Golfo de Cádiz.


[1]    El porqué de esa cantidad y de que  sólo sea para el fósforo, será objeto de un próximo artículo.

Profesora Titular de Ecología, Dep. Biología Vegetal y Ecología (Universidad de Sevilla) y colaborada en el proyecto TRANSDMA. "Proyecto de la Universidad Pablo de Olavide financiado por la Consejería...