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El Sevilla FC llega a uno de los tramos más importantes de la temporada en pleno estado de forma, y con un alto nivel de confianza.

La victoria que cosechó el pasado domingo ante el Elche se sumó al buen resultado que los de Nervión se trajeron de Villarreal en competición europea, y que deberán cerrar el próximo jueves en su feudo. La jornada también acompañó al Sevilla con los tropiezos de Atlético de Madrid y de Villarreal a domicilio, que deja al cuadro hispalense a 4 puntos de la Champions y con 3 puntos de colchón sobre los castellonenses, que precisamente también serán sus próximos rivales en la competición doméstica.

Cuentas y objetivos aparte, el tema que centra este análisis es el trabajo táctico de Unai Emery y los suyos; factor determinante en los últimos encuentros del cuadro sevillista, y que han salido a relucir con suma facilidad.  Y es que el técnico vasco ha ganado estos dos últimos choques desde la pizarra, demostrando una vez más que cada partido es un mundo, y por tanto debe ser preparado como tal.

Emery logró anular por completo la zona de creación de juego del Villarreal en el partido de Europa League del pasado jueves. Y lo hizo erradicando el tránsito de balón por la zona ancha, evitando con ello que los peligrosos hombres de arriba gozasen de espacios para encarar la meta de Sergio Rico. Al sólido muro formado por Mbia y Krychowiak hay que añadirle la inteligente estrategia de usar a Vicente Iborra como media punta, con la idea de sacar provecho de su altura y del juego aéreo, punto débil de los de Marcelino.

La estrategia volvió a ser pieza clave en el planteamiento andaluz, y no solo desde el balón parado, como pudimos apreciar en la primera jugada del encuentro que acabó con el tanto de Vitolo. Ante el Elche, la situación iba a ser bien distinta. Esta vez serían los rivales los que planteasen un partido a la contra, bien encerrados en su campo y con mucho sacrificio defensivo. El partido, en su primera fase, recordaba al que el Eibar planteó en Nervión –el cual acabó con empate a cero-. No quería eso Emery, por lo que optó por buscar una fórmula alternativa para penetrar en el área ilicitana.

Con Banega sobre la cancha, la propuesta era radicalmente opuesta a la planteada en Castellón. El buen momento del argentino y su buena conexión con Iborra en ese inteligente intercambio de posiciones en función de si el equipo ataca o defiende le está dando su fruto al Sevilla, que además contó con el acierto del colombiano Carlos Bacca.

Con todo ello, y en lugar de apostar por el juego interior como plan principal para avasallar al enemigo -como en un principio podía esperarse con hombres como Reyes y Denis Suárez sobre el césped- el técnico nervionense dictó la orden de ensanchar el campo a base de cambios de orientaciones, que solían acabar con una internada de Tremoulinas por el carril zurdo, cuya precisión en los centros desarbolaron a la zaga verdiblanca.  

Con el marcador ya de cara, la lectura tenía que ser distinta, aunque eso supusiese cederle terreno al Elche. La inclusión en el partido de hombres como Kevin Gameiro, Aleix Vidal o Mbia no fue aleatoria; las tres tenían el mismo fin: el de matar el partido al contragolpe. Y así ocurrió.

Puede que este Sevilla no engatuse a los amantes del toque, como podía hacerlo el de Juande Ramos, pero ha demostrado que puede llegar a ser igual de letal e igual de admirado en otros aspectos.  Una vez más,  el plan de Emery se ejecutó a la perfección. Un técnico al que se le podrá achacar de todo menos trabajo y planificación.