Más allá de los caprichos del calendario judicial en torno a la vergonzosa trama de presuntas irregularidades en los ERE firmados bajo la supervisión del Gobierno andaluz, el asunto que está protagonizando el arranque de campaña electoral en Andalucía es el ‘debate a tres’ propuesto por Canal Sur a PP, PSOE e IU.
Griñán se apunta el tanto de que lo organice la televisión pública, camina sobre seguro y tiene ya más que preparado su argumentario frente a sus adversarios políticos y ante una potencial audiencia televisiva. Valderas, con esa sensación de quien se considera perjudicado por tener que bailar siempre con la más fea, ve pasar el tren de la oportunidad y, antes de que le cambien la música, acepta un debate a tres que, para IU, siempre es mejor que los ‘cara a cara’ de moda entre los mismos de siempre. Y Arenas… Arenas dice que no va.
Que no va porque no quiere inmolarse. Que no va porque, a efectos prácticos, es como si le mandaran a uno a comprar pan a un campo de minas. En definitiva, que no va porque quien lo dirige es Canal Sur.
Lo cierto es que, a estas alturas del juego, cuando muchos andaluces tienen ya, incluso, metido en sobre su voto –abstráigase…-, el candidato popular tiene poco que ganar y mucho que perder. Hace campaña con el viento a favor de quien se sabe ganador de la próxima cita con las urnas, pero reconoce que aquella otra cosa bien distinta que es la gobernabilidad no está, ni mucho menos, garantizada. Y por eso, es lógico que sus responsables de campaña no quieran dar un paso en falso.
Ahora bien, ¿sentarse a debatir, pese a hacerlo en territorio hostil, puede ser en algún caso una decisión equivocada? El presidente del PP andaluz, en coincidencia con la opinión de muchos andaluces, se ha afanado en los últimos años por defender la necesidad de unas elecciones en Andalucía separadas de otras citas con las urnas. Sólo así se logra dar cabida a un debate en clave andaluza, se dice. Sólo entonces se escuchará hablar, dentro y fuera de la región, del asfixiante nivel de desempleo que lidera Andalucía, de las constantes y evidentes carencias de su sistema educativo o, también, de la implantación de grandes empresas que den solidez a un tejido industrial que flaquea por todos los flancos. Y ahora que las tiene, resulta que Arenas no debate, le recriminan.
El caso es que, de todo lo dicho por el ‘vice’ autonómico de Rajoy, pocas cosas se pueden discutir. Es cierto que, de todas las opciones posibles, Canal Sur sólo se salva por su infraestructura. La Junta Electoral, y esto es algo que argumentan los populares, ya ha tachado a la televisión pública andaluza de falta de imparcialidad en esta misma campaña. Y encima, van los caprichos de la técnica y, en la misma semana, rotulan a los líderes y lideresas del partido como pederastas o implicados en el saqueo de Marbella y el caso Malaya.
Vamos, que argumentos tiene en bandeja el Partido Popular para pedir otro sitio que no sea Canal Sur. El Centro Territorial de TVE en Andalucía o incluso la sede de Saditel, una productora privada, piden. Pero el PSOE se enroca y, si se hace, tendrá que ser en ‘la nuestra’. Así es que, las formas van a acabar con los contenidos porque, a diez horas de que comience el ‘debate a tres’ al que sólo irán dos, los populares aseguran que su decisión es firme, que no es una táctica, y que a las 21:00 su candidato estará en Antequera y no en San Juan.
Arenas se equivoca, sí. Y Griñán… también. El primero por no anteponer el bien mayor, que en este caso es el debate siempre sano y democrático de ideas y propuestas; y el segundo por no buscar, de verdad, el consenso que pide a otros en tantas otras cuestiones. Los electores tienen derecho a un resumen –que a estas alturas se agradece- de sus soluciones a todas las crisis. E incluso se lo merecen.
El candidato popular debe debatir. Y, aunque sea en Canal Sur, debe hacerlo. Está a tiempo.