Según he leído, hay quien piensa que los sevillistas no deberíamos estar disfrutando de esta final porque no es merecida.

El Sevilla, para empezar, sería culpable de llevar al día sus cuentas y, a pesar de quedar noveno, clasificarse para Europa el año pasado. Además, muchos han dicho que su camino ha sido un despropósito: una liguilla sin nivel y aburrida, una victoria en los penaltis contra el Betis o un gol ilegal contra el Valencia… Esta gente a la que le molesta el éxito sevillista todavía no se pone de acuerdo: hay quienes dicen que ha sido cuestión de suerte y hay quienes aseguran que el Sevilla maneja los entresijos de la UEFA.

Aunque es cierto que pocos esperábamos esta trayectoria ascendente de los últimos meses, es un insulto a la inteligencia dudar de que el Sevilla no se merezca estar donde está. Cuando la temporada pasada dábamos ya por desahuciado a un equipo en clara decadencia, una vuelta a los principios que hace casi una década lo encumbraron ha devuelto al Sevilla a la cima del fútbol europeo. Nadie esperaba que, con el inicio por fin y de verdad de un nuevo proyecto, llegaran tan pronto los éxitos y visto lo visto la fórmula ha sido bastante sencilla: elaborar una plantilla equilibrada y aguantar durante tiempo suficiente a un entrenador que ha demostrado ser capaz de sacar un rendimiento regular a sus jugadores.

Aunque cueste asimilarlo, el hecho es bastante revelador: el Sevilla ha llegado a su tercera final de la UEFA y a la quinta continental en ocho años. Casi nada. Y la cita del miércoles se sumará a esos momentos que los futboleros vamos atesorando. Otro más, en el caso de los sevillistas, perteneciente a esa lista cada vez más larga de partidos míticos y acciones imborrables, a la que hace poco añadimos el último gol de M’Bia.

Tras un final de siglo XX desastroso, con este nuevo hito europeo el Sevilla se confirma como uno de los clubes más importantes del mundo en el XXI. Afortunadamente los sevillistas no necesitamos recurrir a tópicos y lugares comunes para presumir de grandeza; por ahora nos basta sólo con disfrutar de buen fútbol y de resultados.

¡Viva el Sevilla manque gane!

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De madre sevillana y padre granadino, nació en Almería en 1991. En 2015 se tuvo que marchar a la Universidad de Groninga para poder estudiar la Sevilla moderna de verdad (la del siglo XVI). Es, además,...