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Facebook me informa del cumpleaños del alma mater, o páter, de una chirigota, y sin embargo no del de una vecina y amiga que conozco de siempre y que supongo que le ha omitido al caralibro esa información.

Es absurdo, a estas alturas de la película 2.0 sorprenderse por cosas tan nimias, pero tal vez, aunque yo no quiera, me pesa más de lo que creía eso de haber nacido en 1985.

Me fascinan las nuevas relaciones sociales, de verdad, pero ha sido muy descriptivo el momento en que he visto que en los recordatorios no figuraba quien yo esperaba, mientras que puedo felicitar por su nacimiento a alguien a quien admiro, pero que ni sabe quien soy.

La semana pasada sufrí otro impacto de este tipo.  Una catarata de información digital me hizo sentirme tonta como poco. Cosas con las que he perdido sendas horas de mi vida como buscar bibliografía, citarla adecuadamente y demás métodos de tortura académica, son ahora por lo visto cosas del Pleistoceno. No sé ahora como desalojar la parte de mi cerebro que interiorizó las normas APA igual que un día, asumió la tabla del dos. Ya no merece la pena, hacer una referencia bibliográfica de modo casi artesanal es algo que mucha gente ya ni aprenderá, porque no hará falta hacerlo. Incluso en ese mundo nuevo, fascinante y facilitador, existe una especie de red social científica en la que por cierto, me puse la foto más inadecuada para un perfil de ese tipo… Allí se intercambian corrientes epistémicas; desconozco si en semejante ambiente academicista hay cabida para las formas de ligoteo que tanto llamaron la atención del compañero Ramos; nuevo ligoteo también, no podía el mundo no evolucionar en ese sentido. 

Leí hace poco que a la gente de mi generación nos educaron para vivir en un mundo que ya no existe. Haber nacido justo a mitad de década puede colocarte en una extraña tierra de nadie, ni somos esa arcaica gente nostálgica de los ochenta, ni la fresca generación de los noventa. Hemos hecho todo lo posible por adaptarnos a los dos mundos, pero a veces, hay detalles nimios que nos traicionan.

Sólo por eso, por esa extraña revuelta de las redes y el concepto amistad, me tienta hacer algo más de antes, una tarjeta, una de cartón de verdad… Incluso, una llamada, una de teléfono… No es mi intención ser integrista recalcitrante pero vendría muy al pelo utilizar mi móvil, que como un reflejo de esa generación intermedia, es plegable, si ¿recuerdan esos móviles plegables con pantalla en un lado y teclas en el otro? Si, he escrito teclas… Eso sí, es 4 G, que una puede estar en tierra de nadie, pero tampoco es necesario ser más boba de la cuenta.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...