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A veces creo que nos venden el cambio de año como un rayo transformador que al dar las doce convierte todo lo que hay a tu alrededor en un flamante futuro, más o menos como en el final de La Bella y la Bestia.

Luego está la realidad, generalmente ligada al hecho de que a alguien le sobran uvas o de alguien que en la décima campanada ya no tenía ninguna.

Se suceden los días y la vida no cambia sustancialmente. Sigue la liza política, sigue siendo difícil crear gobierno, siguen muriendo víctimas a causa de la violencia machista que aún no quieren que llamemos terrorismo…

Si nos queda algún consuelo a quienes odiamos la parafernalia navideña, será el de que todo termina pronto y empieza más pronto aún, ya que por la casa de los ladrillos colorados (que poquita gracia tiene escribir eso en perfecto castellano) la fiesta de la libertad es inminente.

La premura del tiempo de carnestolendas es causa, que no efecto, de una Semana Santa temprana que por estos contornos ya adquiere todos los tintes de culebrón morado que la cosa requiere, suponiendo que en algún momento del año se despojara de ellos.

Ando tan desconectada de trifulcas, chafarderías y demás, que cuando el otro día leí un titular muy serio en que una hermandad emitía un comunicado, me estuve riendo como dos minutos sin parar.

Quizás, quizás, quizás, como decía la canción, se nos ha ido tanto de las manos todo esto, que será imposible disfrutar la Semana Santa como se merece. Vivir todo el año generando y comentando noticias es tan sumamente complicado, que se acaba magnificando lo banal, exagerando lo nimio, y llegando al absurdo de pelearte encarnizadamente con un individuo por el rostrillo de una Virgen que ni siquiera es de vuestra devoción.

Me temo que al carecer de rayo transformador, el Año Nuevo no regará de cordura las testas cofrades, lo cual es una pena, que no un drama.

Parece que he conseguido inmunizarme, y eso que ni lo pretendía. El asunto de la «Madrugá» (aquí si que dejo la cursilería de Madrugada para plumas remuneradas) me es tan indiferente que ni me he esforzado en imaginar cambios y recorridos; no por desgana o desprecio, simplemente por una pura cuestión d prioridades vitales, y allá cada cual con las suyas.

Tenemos por delante doce meses casi a estrenar, será decisión personal dedicarlos a discutir la pertinencia de la blonda o a vivir.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...