Cuando tenía 15 años, Marta dibujaba de escándalo. Podía hacerlo todo: paisajes, edificios, retratos. Se pasaba el día con el lápiz y el papel. Un día, una compañera de clase le preguntó si la podía dibujar, que ella le mandaba una foto y Marta se ponía manos a la obra. Le dijo que sí, que no había ningún problema, que se la mandara que ella lo hacía, pero que le tenía que pagar dos euros.

En ese momento sus compañeros de clase no entendían nada, ¿por qué iba a tener que cobrarle si era su amiga y ella lo podía hacer sin ningún problema? Pero la chica se mantuvo firme en su decisión de cobrar el retrato y no hubo ningún dibujo. 

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Periodista con la vista puesta siempre en Andalucía, el feminismo y los movimientos sociales. También ha pasado por El Periódico de Catalunya y Estadio Deportivo. En Twitter @victoriafloher