De pequeño, ya era un mini medio de comunicación. “¿José, has hecho todos los deberes?”, me preguntaban mis padres. Por supuesto, decía siempre. Y tenía la valentía de afirmar con la cabeza, muy convencido. Por favor, padres, qué preguntas hacéis. Luego suspendía, ellos se extrañaban y yo respondía que había hecho todos los deberes de Lengua, pero me quedé a medias con Matemáticas. Una verdad  a medias. Al igual que nuestro querido panorama mediático, siempre cogía por la calle que más me convenía.

Para esos momentos en que me entregaba a los brazos de la mentira, mi madre tenía guardada una frase lapidaria: «Conseguir el perdón es fácil; lo complicado es recobrar la confianza». A grandes mentiras, grandes realidades. Siempre se me viene a la cabeza el cuento del pastor que pedía auxilio al pueblo en falso; el día que le atacaron los lobos, la gente no creyó que necesitase auxilio y murió. O no sé si murió, pero por lo menos se arrepintió de haber jugado con la confianza de la gente.

CONTENIDO EXCLUSIVO

Puedes hacerte socio o registrarte gratis

Si estás registrado o eres socio inicia sesión

Cuento cosas y espero que te resulten interesantes. Escribo para seguir vivo. En Twitter: @meratleon