opinion sara 15 oct 15

En el artículo de hoy os propongo un ejercicio práctico y útil con el cual reducir la preocupación, regular nuestros niveles de estrés y sentir alivio emocional.

Cuando uno está verdaderamente triste, son agradables las puestas de sol. – El Principito- 

Ciertamente, vivimos una época en la que se nos obliga a realizar diversidad de tareas al mismo tiempo. Ya no nos centramos en una sola tarea, sino que, de pronto, nos vemos haciendo la lista de la compra al mismo tiempo que hablamos por teléfono con un amigo, al cual no vemos desde hace una larga temporada. Estas tareas las realizamos de una manera, casi automática. Lo cual implica un déficit de atención en lo que estamos realizando en ese instante. Con el tiempo esto se traduce en altos niveles de estrés y de preocupaciones.

En el artículo de hoy os propongo un ejercicio práctico y útil con el cual, podemos mejorar nuestro día a día. La finalidad de esta actividad es, reducir los niveles de preocupación, que consigamos regular nuestros niveles de estrés y sentir alivio emocional. Y todo en un transcurso de unos veinte minutos.

Ante todo es bueno seguir unas instrucciones previas como preparativos para aumentar la eficacia de la actividad:

1. Apagar o silenciar dispositivos electrónicos.

2. Estar en un lugar con suficiente intimidad y sin interrupciones, bien aclimatado.

3. Llevar puesta ropa cómoda y holgada, sin cinturones, pendientes, colgantes, etc.

4. Estar sentados en una silla hacia el borde de la misma, sin apoyar la espalda en el respaldo, bien erguida pero no rígida, en una postura que llamaremos “digna”.

5. Pies (sin zapatos) bien apoyados al suelo o en una alfombra, sin cruzar las piernas.

6. Cerrar los ojos.

7. Poner las manos en el regazo.

8. Entender que todos los sonidos que provengan del mundo exterior no tienen porque ser una fuente de “distracción”: no caigamos en pretender callar al mundo a nuestro alrededor para lograr nosotros la tranquilidad; se trata más bien de callar nosotros nuestros discursos interiores.

Preparados estos detalles, el ejercicio consiste en prestar atención a la respiración y, concretamente, a la parte del tronco que se infla y desinfla al inhalar y exhalar. Este punto lo llamaremos punto de atención.

Por otro lado, trataremos de mantener una actitud de “observadores” de nuestra mente, como si esta fuera una pantalla que nos muestra los pensamientos, a medida que van apareciendo y que provocan que nuestra atención se desvíe del punto inicial de atención.

Es natural que ocurran pensamientos e imágenes que nos alejen del punto de atención. La idea no es tratar de impedir que esto ocurra, sino darnos cuenta de cuándo ocurre y volver a prestar atención al punto de atención. Cada vez que nuestra mente se desvíe, la reconduciremos al punto de atención como si fuéramos los dueños de un perro que trata de irse hacia lo que más le inquieta. Es muy importante no enfadarnos con el “perro”, sino entender que es natural que quiera irse hacia donde sus inquietudes le llaman.

A lo largo de esos veinte minutos, es muy probable que la mente deje de proponer cosas y se centre en ese punto de atención hasta devolvernos un estado de bastante relajación.

Si esto no ocurriera tras este tiempo, no hay que alarmarse, sino entender que de alguna manera hay algo que nos preocupa bastante y detectarlo, dándole principal importancia a los pensamientos que con mayor frecuencia han venido a nuestra mente: esto nos indicará cuales son nuestras mayores preocupaciones.

Ahora que somos más conscientes de ello, podríamos valorar si eso que nos preocupa está bajo nuestro control o no: si podemos hacer algo con respecto al objeto de nuestras preocupaciones, o si se trata de algo ante lo que no podemos hacer nada.

Si fuera lo primero, entonces podríamos concedernos otro lapso de tiempo más para pensar qué hacer y cómo hacerlo. Esto nos aliviará bastante ya que nos ofrecerá un plan de acción.

Si fuera lo segundo, podríamos bien dedicarnos otros 20 minutos para pensar si en nuestra mano está el poder solucionar aquello que nos preocupa.

Si por el contrario nos diéramos cuenta de que seguimos estando muy preocupados por algo que no podemos controlar ni influir, entonces lo mejor es concedernos la posibilidad de hacer una sesión más larga, o de realizar más sesiones durante los siguientes días.

El nombre que recibe esta actividad es Atención Plena. Y os invito a que indaguéis, si os apetece, sobre ella. Pretende crear en nosotros la toma de conciencia del momento presente. Vivir el aquí y el ahora, librándonos de enredos del pasado.

Ser conscientes de nuestras preocupaciones y ser capaces de afrontarlas, nos induce a un sentimiento de bienestar y también de autoconocimiento, que puede ser muy productivo para utilizarlo en situaciones similares que aparezcan en un futuro.

 

Nacida en Aracena, Huelva, siempre ha estado muy vinculada a la ciudad de Sevilla y su idiosincrasia particular. Se instala en ella hace nueve años para formarse como educadora en lenguas extranjeras....