Para quemar los bancos. Y ahora tienen que apechar los funcionarios, y, encima, secundar una huelga general.

Belén Zurbano Berenguer. O eso quieren los del Partido Popular, que sonríen en sus casas la iniciativa de esos sindicatos con los que casi nunca, menos en excelsas oportunidades como las que brinda ZP, se llevan bien. Esos del PP que llevan poniendo trabas todo este tiempo a las iniciativas de la Ley de Dependencia y a los que los de las pensiones nunca parecen haberles importado mucho. Esos, ahora se erigen en salvadores de los “débiles”. Que son los dependientes y los pensionistas, apostillan. ¡Pues claro!, pero es que eso, ya lo sabíamos y por ello algunos hicieron una ley. 

No importa, el afán recaudatorio –en este caso no están interesados en trajes gratis sino en votos- no tiene escrúpulos ni pudores y es populista al ciento por ciento. Sin coherencia, sin lastres ideológicos, sin ambages. Y es que esto casa muy bien con la falta de valores actual en los que la inmediatez y el mínimo esfuerzo son las máximas vitales imperantes. 

Sin ir más lejos, este domingo se ha venido abajo la iniciativa social-ciudadana de candidatura alternativa a la alcaldía de Sevilla. Como la política de Monteseirín es una bazofia, se quiere cambiarla. Como el bipartidismo es la bazofia al cuadrado, se pretende una alternativa. Se reúnen a la de una, el proyecto toma forma a la de dos, a la de tres se conforman comisiones para empezar a trabajar y a la de cuatro no acude nadie. Bueno sí, seis personas. 

Algunos dirán –y a muchos fastidiarán- que los movimientos sociales son así: inconsistentes, inestables, inconexos. Quizá es que fallaron las comunicaciones, que la gente no llegó a enterarse, que las comisiones no habían concluido sus trabajos y preferían esperar…. No importa, tan sólo sirve de ejemplo de la sintomatología social.

Al menos antes si a la gente le pinchaban, le dolía –y se notaba-, ahora, parece que berrean un poco –sobre todo recién levantados mientras escuchan lo de la bajada del sueldo con el café en las manos, porque crisis hay, y de las gordas, pero el café todavía no falta en las casas españolas-, pero que se callan pronto. Porque la llamada a la huelga parece una pataleta a destiempo de esos sindicatos que callaban y otorgaban cuando el rescate a los bancos.

No puede olvidársenos que todos fuimos testigos, que consentimos con nuestra inacción. ¿Vamos a hacernos una huelga a nosotros mismos por dejar que aquello pasara? La responsabilidad es tan nuestra como de quienes creyeron que ayudando a los ricos no se empobrecerían más los pobres. Ahora, una vez superado el bache, estando los bancos “rescatados” y los empresarios y dirigentes tranquilos, toca comer cebollas hervidas. Salud.