Quizás no te hayas enterado, o la información recibida es confusa o, cuanto menos, incompleta, pero desde el pasado lunes 19 de noviembre el colectivo de Médicos Internos Residentes (MIR) de Andalucía, que aglutina a unos 5000 profesionales titulados en formación, inició una huelga indefinida en protesta por el incremento de la jornada laboral a 37,5 horas decretada por el gobierno central, y la medida posterior adoptada por la Junta de Andalucía por la que se deducen del sueldo las diez primeras horas de guardia, lo cual revierte en una rebaja salarial de en torno al 36 por ciento.

Los médicos residentes dependen directamente del Ministerio de Sanidad, que se encarga de pagar la nómina básica sin complementos, a la que se añade una segunda nómina retribuída por el Sistema Andaluz de Salud (SAS) en la que se contemplan las guardias y jornadas complementarias. Es decir, que el recorte aplicado al sueldo de los residentes ha sido decretado unilateralmente por la Junta de Andalucía y no por el gobierno central, tal y como apuntan sesgadamente algunos medios de manipulación masiva al servicio del PSOE andaluz.

Desde que en las pasadas elecciones autonómicas José Antonio Griñán lograra sobrevivir en las urnas a la nefasta gestión realizada durante los años anteriores con la ayuda de Izquierda Unida y la patente antipatía que Javier Arenas despierta entre el electorado andaluz, las políticas de recortes de la Junta se han camuflado bajo el socorrido paraguas de lo doloroso aunque inevitable, pues, al fin y al cabo, es el gobierno central de Mariano Rajoy quien impone unos presupuestos cada vez más exiguos. De esta manera, la mayoría de las medidas de recorte adoptadas dentro de las competencias comunitarias han sido explicadas como consecuencia obvia de las órdenes ‘de arriba’.

Sin embargo, y si bien es cierto que las políticas de austeridad a nivel nacional están siendo devastadoras en todos los ámbitos, cada comunidad autónoma detenta cierta discreccionalidad a la hora de aplicar esos recortes, tal y como demuesta la determinación de la Junta en precarizar aún más la sanidad pública disminuyendo los salarios a sus médicos en formación y aumentando unas jornadas laborales ya de por sí maratonianas.

Como es costumbre, los políticos y su incapacidad para gestionar los servicios públicos castigan al eslabón más débil de la cadena, en este caso jóvenes licenciados que desempeñan una labor fundamental en el sistema sanitario español, y además a bajo coste. Desde el inicio de la crisis, los MIR encadenan guardias de 24 horas con turnos ordinarios llegando en muchos casos a trabajar 34 horas ininterrumpidas, y realizando sin tutorización las labores de los médicos adjuntos, desbordados por la sobrecarga del sistema y afectados igualmente por los recortes. De hecho, otras de las medidas de la Junta de Andalucía ha sido rebajar un 25% la jornada laboral de estos médicos contratados, añadiendo por tanto más responsabilidad a los jóvenes en prácticas. La estrategia es muy sencilla: el coste de una hora de trabajo de un MIR es mucho menor que la de un adjunto, y si además le deducimos las horas de sus guardias, el ahorro es el triple.

Sin embargo, a la consejera de sanidad le ha salido mal la jugada a tenor de la huelga indefinida que el colectivo lleva manteniendo desde la semana pasada. Nadie apostaba porque el movimiento prosperara, y menos aún que lo hiciera con la censura mediática establecida para su silenciamiento. No sólo Canal Sur ha demostrado quién paga las nóminas de sus directivos y jefes de redacción; otros medios cercanos a la órbita socialista como El País han difundido una información sesgada que ha ocultado sistemáticamente qué institución ha sido la responsable de las medidas de recorte, desvelando cuál es el criterio periodístico que inspira su labor. En el bando contrario, resulta obvio que los medios conservadores han utilizado a los MIR como arma arrojadiza contra la Junta, por lo que tampoco pueden ser vistos precisamente como los adalides de la libertad de prensa.

El hecho es que el sistema de salud público se está desmoronando ante nuestros ojos y la ciudadanía recibe noticias de ello a través de una óptica partidista que a nada conduce. Estos días, son los médicos jóvenes, el futuro sanitario de este país, los que protestan en las calles por un asunto que nos concierne a todos. Ya no se trata de que cobren más o menos, sino de la calidad de la atención a los pacientes en nuestros centros de salud y hospitales. Por ello, no son los MIR los que están en huelga, es la sanidad en su conjunto la que se planta ante una situación insostenible.

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