Hablar del equipo de mis amores no es algo que haya hecho mucho en este rincón. No por nada en concreto, o sí. Era un tema con muchos dobleces, aristas, incluso dolor, para qué negarlo.

Mercedes Serrato. Ahora no me lanzo al optimismo fácil, pero es innegable que estamos infinitamente mejor que hace un año, por poner una fecha. La ilusión no podía alimentarse eternamente del sentimiento inquebrantable de una afición tan maltratada como la nuestra, necesitábamos una luz al final del oscuro túnel.

Y para mí la luz no es sólo el consuelo de que el antiguo accionista mayoritario ande respondiendo ante la justicia, ni que el repeinado que vino al club a nadie sabe qué ande en capilla para responder también ante la dama de la balanza y los ojos vendados… Ni que Rafael Gordillo ande al frente de la entidad. Esto es algo genial, pero mi última luz es algo más concreto, más pequeño incluso.

Esta ciudad, que tanto ignora a veces a algunos de sus hijos, posee talentosos deportistas en más ramas que el balompié. El remo, que no piragüismo, es un silente fenómeno en esta ciudad, cuna de campeones mundiales, lugar elegido por muchas selecciones internacionales que vienen a realizar aquí su temporada de preparación. Atraídos por un clima menos adverso que el de sus países, por una dársena amplia que es un lujo para navegar, y algunos elementos más. Lo dicho, un desconocido fenómeno para muchos, un movimiento lejos de la fama o el reconocimiento de otros deportes. Y en estas, tenemos en el panorama remero la regata “Sevilla -Betis” que todos los años se celebraba, a veces con un seguimiento muy discreto. A esto sumémosle que desde los tiempos de Benito Villamarín la entidad verdiblanca no se preocupaba demasiado por lo que su bote hacía en dicha cita deportiva. A pesar de todo, ese grupo de bogadores de corazón de trece barras no se rendía, competían sin apoyo, financiando sus camisetas, quitándose horas propias para entrenar.

Aunque el otro equipo de la ciudad ostenta el mayor número de victorias en esta regata, los béticos han ganado un mayor número de veces en los últimos años. Y este año, se prendió la luz, y todo ha sido distinto. Al fin el club, por los motivos que sea, volvió sus ojos al río, y con un gesto muy sencillo apoyó tras años de ausencia, a la tripulación del ocho bético. Ganamos, un año más la victoria, pero ganamos algo más.

El pasado sábado Gaspar, cabeza visible de esta tripulación, hacía el saque de honor en el estadio heliopolitano, signo de que también esto, como tantas otras cosas, parecen estar cambiando al final de la Palmera.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...