No me gustaría pensar que el feminismo está en un punto de estancamiento, aunque probablemente el feminismo clásico, el tradicional, lo está desde hace mucho tiempo. Pocos saben que no existe una única corriente feminista, igual que casi nadie sabe que decir feminismo o género no es hablar de un movimiento tipificado como un machismo a la inversa sino que se trata ni más ni menos que de igualdad.

Escucho en la radio una entrevista a una actriz porno. Dice sin ambages que su profesión es muy machista, que pese a que las actrices cobren más que los actores, que pese a que los hombres aparezcan en la mayoría de escenas con la cabeza cortada, el porno es machismo puro. Lo es por el tratamiento de la feminidad, por las historias, por la visión ofrecida de la mujer.

Al día siguiente escucho la entrevista a una DJ y vuelta a lo mismo; es una profesión plagada de machismo. No se queja tanto del sueldo, afirma que lo menos problemático de la historia son los empresarios que la contratan, y hablamos de empresarios porque rara es la mujer empresaria o promotora en este sector.

El machismo radica en tener que aguantar comentarios del gremio o el público en la línea de «La contratan porque está buena» o «Ya puede pinchar bien para lo fea que es». A las mujeres nos hicieron creer que la brecha salarial era el kit de la cuestión, y así se lo hicimos creer nosotras al mundo.

Aún recuerdo esos agitados titulares cuando Julia Roberts volvió a trabajar con Richard Gere en ‘Novia a la fuga’, y la prensa resaltaba que ella cobraba mucho más que él en comparación a los salarios percibidos en ‘Pretty woman’ que oscilaron en sentido inverso.

Era novedoso que Julia cobrara más, no lo era el hecho de que quizás debería tener un justo pago el hecho de interpretar a una mujer joven y atractiva que es poco menos que una inestable emocional, cuya insatisfacción sentimental acaba siendo mitigada por un señor bastante mayor que ella con pinta de baboso.

Y mejor ni entramos en la mítica película que reinterpretaba el cuento de Cenicienta, cuando las mujeres, y también los hombres, del mundo mundial, debían creer que lo mejor del mundo era ser prostituta porque siempre quedaba la esperanza de que apareciera un putero forrado que te hiciera vivir un particular cuento de hadas. Claro que si Audrey Hepburn no pudo librarse de un papel de meretriz, sofisticada pero meretriz al fin y al cabo, no iba a negarse Julia.

Ahora, una de las actrices mejor pagadas de la industria de las barras y estrellas, debe asumir las críticas de que es mayor, vieja. Infinitos ejemplos de todo el machismo que existe y persiste al otro lado de la brecha salarial.

Y puede que me acusen de que hace mucho calor para darle vueltas a todo esto, pero que quieren que les diga, tras su doctorado, tenemos a la Zurbano de baja maternal a lo Susana Díaz y alguien tenía que mantener esto en marcha.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...