La plantilla agradeció el aliento de la grada sevillista tras finalizar la tanda de penaltis
La plantilla agradeció el aliento de la grada sevillista tras finalizar la tanda de penaltis

El Sevilla se enfrentó la noche del miércoles al Manchester City en Atenas para disputar la Supercopa de Europa en el Georgios Karaiskakis, quedándose a las puertas de una victoria contra todo pronóstico. Los de Mendilibar se abrieron hueco en esta cita de altos vueltos tras su victoria en la Europa League, su séptimo éxito en una competición que sigue pintada de rojo y blanco.

El Sevilla no tembló ante un City imperial en Atenas

El pitido inicial llegó en medio de una tormenta de rumores relacionados con Marcos Acuña, pieza crucial para la plantilla, que podría partir rumbo a Birmingham para unirse al Aston Villa de Monchi y Emery. Sin embargo, un testarazo de En-Nesyri en la primera mitad dejó claras las intenciones de un Sevilla centrado sola y exclusivamente en lo que pasa sobre el verde.

Los minutos fluyeron con los de Nervión al frente hasta que Cole Palmer, canterano citizen, metió a los suyos en el encuentro de nuevo con un tanto determinante también de cabeza. El empate llegó como un jarro de agua fría tras alcanzarse la hora de partido.

Desde ese momento, los soldados del de Zaldibar aguantaron con valor las arremetidas constantes de un campeón inglés que se mostró digno del triplete conquistado en la anterior temporada. Incluso el delantero rojiblanco tuvo varias oportunidades de traer a casa la Supercopa en varios contraataques eléctricos tras recuperar la posesión.

Tras los 90 minutos reglamentarios más descuentos, todo se decidió en la pena máxima (con el nuevo reglamento de la competición se suprime la prórroga en caso de empate con una tanda directa) para pesar de los sevillistas, que vuelven de Grecia con las manos vacías, pero con el corazón repleto de orgullo.

No fue la tanda de Ederson y Bono, entrando todos los penaltis hasta el último, errado por Gudelj. El serbio trató de batir al cancerbero sky blue tirando de potencia, y el cuero terminó por irse fuera tras impactar con fiereza en el travesaño.

El guardameta canadiense con nacionalidad marroquí, consolidado como uno de los porteros más laureados de la historia del Sevilla (y su único Zamora), habría aprovechado la final para despedirse de su afición antes de llegar a Arabia Saudí.