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El primer asalto ante el Mönchengladbach fue como se esperaba: esfuerzo titánico, mucha caución en ambos bandos y triunfo para el que más acierto tuvo, que fue el Sevilla, gracias a un excelente remate cruzado de Iborra, y también a una decisión táctica de Unai Emery que marcó el punto de inflexión del choque.

El pase a los octavos de final se decidirá en Alemania. Es una pena que este brutal duelo entre dos grandes equipos se dispute en unos dieciseisavos, porque supondrá un pronto punto y final para uno de ellos, que a tenor de lo visto esta noche merecen llegar mucho más lejos.

El primer round se lo ha llevado el Sevilla, fundamentalmente porque tuvo más acierto que el Borussia, que cuando se puso de gol se topó con un gran Sergio Rico, que salvó dos remates de enorme dificultad en la primera parte. Pero, singularizando, este triunfo lleva el sello indiscutible de Unai Emery, que cuando el partido estaba cayendo del lado alemán, se la jugó con un cambio que no fue aprobado por la grada. Reyes al banquillo por Diogo, que pasaba a ocupar el lateral derecho, subiendo Aleix Vidal al extremo. La maniobra buscaba abrir el juego, demasiado atolondrado, por la banda derecha.

Y el movimiento táctico le salió genial al vasco, porque Vidal fue un tormento pegado a la cal, lo que inevitablemente propició que el Gladbach dejara de elaborar tanto juego y recurriera más al pelotazo. Por la derecha comenzó a fluir por fin el peligro, sobre todo cuando Diogo, un lateral con mucha profundidad, se sumaba al ataque. En una de sus llegadas a la línea de fondo, el portugués la puso atrás y en el corazón del área emergió un hábil Iborra, que con un ajustado remate cruzado marcó el tanto de un triunfo que da ventaja al Sevilla en esta colosal eliminatoria. Pero sólo eso, ventaja, ventaja importante, pero en ningún caso decisiva. En Alemania espera un duelo tremendo en todos los aspectos.

El partido cumplió con todas las expectativas generadas. El Borussia es un equipazo con todas las letras y no vino a pasearse, ni mucho menos. La precaución marcó los primeros compases. El Sevilla siempre tiene que salir a ganar, pero no es fácil cuando enfrente tienes a un rival que a la mínima te monta un lío. El duelo en la medular, con un genial Kramer al mando de los alemanes, era inmenso. Krychowiak e Iborra tiraban de todo lo que tenían para mantener a raya a los germanos. Pero el que de verdad fue decisivo en el primer acto fue Sergio Rico, que hasta en dos ocasiones, primero ante un disparo de Kramer y luego tapando bien un mano a mano contra Johnson, salvó los muebles. La producción ofensiva del Sevilla se limitó a continuos intentos frustrados que no se resolvían con la suficiente lucidez, porque la intensidad era extrema y apenas había un segundo para escoger la mejor opción.

En la segunda parte el Gladbach, que estaba cómodo, salió mandando, e incluso se puso varias veces de gol. Aunque lentamente, el choque iba cayendo hacia los alemanes y el Sevilla, que se batía con todo, era incapaz de frenar la inercia germana. Fue entonces cuando Unai Emery puso su sello, sacando a Diogo por Reyes, priorizando más la capacidad física que la calidad, en un partido que se estaba decidiendo en el plano físico. El cambio no recibió la aprobación de la grada, pero la valentía, por una decisión a priori impopular, tuvo su premio. Con Diogo, Aleix Vidal subió al extremo y el juego del Sevilla se abrió hacia la derecha, adquiriendo por fin un ritmo lo suficientemente fluido para generar incertidumbre.

En pocos minutos, desde la derecha el Sevilla puso en aprietos al Gladbach, al que no le quedó más remedio que recular. El choque se desenvolvía en un apasionante pulso de fuerza de dos equipos que se fajaban al límite, hasta que un buen envío largo de Pareja desde atrás, otro más, acabó con Diogo pisando línea de fondo y mandando el cuero hacia atrás. Y allí apareció Iborra para ajusticiar a Sommer con un magnífico remate cruzado.

El Sevilla ganó en entusiasmo con el tanto y por unos instantes al Borussia le entraron las dudas. Pero sólo unos instantes, porque en el tramo final del partido se volcó en ataque para lograr la igualada. Ahí, como en casi todo el choque, el Sevilla tiró de oficio para sujetar el ímpetu alemán y además, valiéndose casi siempre de un enérgico Aleix Vidal, salía a la contra con cierta intención, aunque las fuerzas ya estaban muy justitas. El partido terminó con el Gladbach buscando el tanto y el Sevilla aguantando el tipo tirando de galones.

A decir verdad, pudo ocurrir cualquier cosa, porque ambos equipos protagonizaron un vibrante duelo, con tanto suspense como esfuerzo, que se decidió en favor del que tuvo más acierto, tanto en el campo, con el gol de Iborra… como en el banquillo.

Crónica facilitada por el Sevilla FC.