barça-sevilla-liga

El Sevilla, cohibido en exceso, aguantó bien al Barça hasta el descanso y empató en la reanudación sin ni siquiera tirar a puerta. A partir de ahí, el Barcelona dejó su impronta y venció a un Sevilla que dejó de competir.

Castigo severo e inapelable el que recibió el Sevilla en el Camp Nou en un partido en el que compitió hasta que el Barcelona se puso serio y pisó el acelerador. Hubo partido, dicho de otra forma, hasta que el Sevilla amenazó el triunfo local, cuando en la reanudación una buena acción personal de Vitolo acabó en auto gol de Jordi Alba y supuso el empate a uno.

En la siguiente jugada marcó Neymar al bote de una falta, con Pareja por los suelos, empujado claramente por el brasileño. Pese al tanto azulgrana, Unai, que veía que arriba se necesitaba más picante, hizo un doble cambio ofensivo, sacando a Deulofeu y Gameiro por Vidal y Denis. Pero el Barcelona se puso serio, aprovechó los espacios que se originaron y machacó a la contra a un Sevilla demasiado tímido para plantar batalla en un escenario de altura como el Camp Nou.

La célebre teoría de la manta quedó bien reflejada en el choque de esta noche. Eso, y el ya tradicional empujoncito del silbato a favor de querencia en el Camp Nou. En la primera parte el Sevilla salió bien resguardado, con Banega en el doble pivote junto a Krychowiak, arriesgando muy poquito, aunque renunciando prácticamente al ataque. El partido estuvo controlado hasta que Messi ejecutó con maestría una discutible falta de Banega sobre él mismo en la frontal. Pero aún así, con el 1-0, el Sevilla se amoldó a las circunstancias y dejó correr el tiempo para llegar al descanso, si bien Carriço y Beto al filo del descuento tuvieron que salvar los muebles en sendas ocasiones.

El partido llegó vivo al descanso, que ya es algo en esta clase de choques. En la reanudación Vitolo desde la izquierda hizo lo que quiso, puso el balón adentro y Jordi Alba lo remató a propia puerta. Empate y un partido nuevo, aunque la alegría apenas duró un minuto. Otra falta, una de las muchísimas que pitaron en contra de los de Unai, acabó en gol de Neymar, tras rematar con la testa un buen servicio de Xavi . Todo muy bien si no fuera porque el brasileño empujó claramente a Nico Pareja. El argentino por los suelos pero el colegiado no ve nada. Así es el fútbol, sobre todo cuando se juega en un estadio como el Camp Nou.

El Sevilla no merecía ir empatando, ciertamente, pero no siempre el fútbol es justo y quién sabe qué partido se podría haber dado si ese gol de Neymar no hubiera subido al marcador y los nervios hubieran cundido en el equipo local que hasta esta jornada no pasaba su mejor momento. Eso, sin embargo, entra ya en el terreno de los supuestos que no cuentan para nada. Con el 2-1 en contra, Emery quiso darle un aire nuevo al equipo, poniendo a dos delanteros, para hacer más daño arriba, donde no se generaba nada de peligro.

Pero no se logró nada nuevo y sí sé perdió mucho atras,  porque al mirar hacia arriba, aparecieron los espacios en la retaguardia y el Barcelona, que veía que el Sevilla podía meterse en el partido en cualquier momento, no tuvo piedad a la contra, machacando con un Messi en estado de gracia. El final del partido fue una dilatada agonía que acabó en una goleada irrefutable que realmente se desató cuando el Sevilla amagó con ir en serio a por un choque que nunca se le puso de cara, porque apenas pudo mirarlo de frente.