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El partido se puso muy feo en el comienzo, pero el Sevilla en la segunda parte superó la trampa atlética, hizo su fútbol y rozó el triunfo, liderado por un Jesús Navas que no tiene freno.

La victoria era lo deseado, pero no hay reproches, no puede haberlo con un equipo que se vació por completo, que supo rehacerse tras un arranque complicado y que acabó imponiéndose en todo menos en el marcador.

El Sevilla peleó hasta el final, sí, pero la de este sábado no era la noche. Al Atlético se le puso todo muy fácil desde el comienzo, con el tempranero gol de Salvio y el arbitraje de Álvarez Izquierdo, que sin ser decisivo desconcertó y mucho a los locales.

Los colchoneros, bien plantados y con una intensidad excepcional llevaron al equipo de Míchel a su terreno, enredándolos y desconectando sus principales virtudes. Sin embargo, en el descanso varió completamente el cuadro. El Sevilla fue el Sevilla y demostró que jugando al fútbol, sobre todo con Navas a pleno rendimiento, es superior al conjunto capitalino.

Babá empató pronto y ocasiones hubo para ganar, hasta el punto de que a un minuto del final se le anuló un gol a Manu del Moral y en el mismo descuento Navas dispuso de varias internadas que mantuvieron al respetable en vilo, mientras Simeone apuraba sus cambios para perder el máximo tiempo posible, prueba evidente de quien estaba para más y quien para menos.

Lo que Simeone soñaba se lo encontró nada más comenzar el partido, porque la presión inicial que transmitían las gradas con el excepcional ambiente que se gestó en Nervión se esfumó de un plumazo con un remate de cabeza imparable de Salvio en el minuto ocho.

Con esas el equipo visitante, que jugaba con tres centrocampistas, tendió su trampa. Y el Sevilla picó, porque pese a que tuvo alguna ocasión, sobre todo un remate cruzado de Reyes, fue incapaz de tomarle el aire al encuentro, preso de las urgencias, con los visitantes cómodos y un arbitraje excesivamente permisivo que inevitablemente desquiciaba a los que perdían.

Hubiera merecido la pena estar en el vestuario local en el descanso por saber lo que le dijo Míchel a los suyos en el descanso, porque el Sevilla salió con otra cara y se sobrepuso al enredo en que tan cómodos estaban los colchoneros, que hasta ese momento habían logrado crear un escenario bronco y áspero muy favorable a sus intereses. Los andaluces, volcando la mayoría de sus embestidas en el talento de Navas, que volvió a estar colosal, encontraron los espacios y aplicaron la pausa y la inteligencia que necesita un equipo para hacer daño.

Con orden llegaron las ocasiones, porque el equipo se hizo preciso. Reyes, Rakitic desde la frontal… El empate se resistía y llegó cuando la cosa se podía haber puesto fea de verdad. Todo comienza por una falta que saca Reyes en la derecha. El utrerano yerra a la hora de ejecutar la jugada de estrategia, el Atlético sale como un tiro, pero cuando las bramas abrasan aparece Medel, rebaña la bola al contrario cuando ya pisa área, monta la contra, el cuero le llega a Navas, que mete la directa y se la pone a Babá, para que este imparta sentido común al marcador.

Con el empate, el partido se abrió. El Atlético, temeroso, jugó con las líneas muy juntas y claramente aguantando el empate. El choque era vibrante, los esfuerzos de ambos conjuntos encomiables, verdaderamente titánicos, con Medel multiplicándose por once y superando todo lo razonable. En ese duelo de crear y destruir se impuso en juego y ocasiones el que más buscó ese final feliz que no llegó. Navas, en estado de gracia, no cesó de generar momentos de gol. Reyes en el 27 la tuvo clarísima a pase magnífico del palaciego, pero Courtois salvó los muebles.

En los últimos 10 minutos, a todo el mundo le costaba un poquito más, las fuerzas habían abandonado a casi todos menos a Navas, siempre él, que guardó para el final su última bala. El palaciego se internó, le ganó la espalda a la línea atlética, la puso al área y Manu del Moral remató a gol.

Estalló la euforia, la euforia buscada y merecida, pero el banderín del linier echó por tierra la justicia poética que parecía plasmarse en la noche. Fuera de juego y chasco. 

El choque terminó con Navas empujando a los suyos y Simeone preparando su tercer cambio para matar el descuento. Estaba claro que los visitantes se llevaban el premio gordo y eran muy conscientes de su suerte.

Crónica facilitada por el servicio de prensa del Sevilla FC.

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...