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La calidad del Festival se tornaba clarividente cuando entré por la tarde en Nervión para visionar la nueva película del enorme actor alemán Bruno Ganz. Parece que las películas quieren remontar un vuelo que parecía irremediablemente perdido.

Antonio Sánchez-Marrón. Un buen debate sobre la edad, un spot de conducción y telefonía móvil así como un flojo pero interesante drama sobre un misterioso inmigrante que llega a las costas españolas para cumplir una misión han sido los metrajes que he introducido a mie mi subconsciente y a mis retinas. Las conclusiones a las que he llegado al entrar por la puerta de casa son diversas. Y es por eso que empieza mi tarea de intentar plasmar todas mis opiniones que, sin más demora, paso a comentar.

La Desaparición de Julia (***)

Un grupo de amigos, todos cuarentones y cincuentones, se reúnen para celebrar el 50º aniversario de una de sus amigas, la cual permanece ausente debido a la amistad que entabla esa misma noche con un hombre mayor que ella. Él la invita a tomar una copa mientras debaten sobre la llegada de la temida ‘tercera edad´. Mientras, en el restaurante, todos la esperan mientras, entre risas, comentan los avatares que supone la llegada de los cuarenta y cincuenta años siendo el objeto de estudio la pérdida de algunas funciones psiquicas y, lo más preocupante, ver como se esfuma el tan apreciado en nuestra artificial y superficial sociedad, aspecto físico.

La edad es algo que nadie puede sortear y a lo que hay que acostumbrarse tengas los años que tengas. Es un tema recurrente en la película el intentar aparentar menos edad de la real, pero ni por ser más listo ni tener más trucos anti-envejecimiento, se libra uno del cruel destino de la vejez.

Con un libreto realmente bueno y unas interpretaciones portentosas, el director suizo Christop Schwabb teje un maravilloso puzzle interpretativo que resulta más que interesante para una tarde de cine. De hecho, podemos afirmar que se trata de uno de los platos más destacados de este Festival de Cine Europeo con, como decimos, la breve pero intensa aparición de uno de los mejores y más veteranos actores alemanes del momento, Bruno Ganz, al que todos recordaremos por su imponente recreación de Adolf Hitler en El Hundimiento (Oliver Hirchsbiegel, 2004), interpretación inmerecidamente olvidada por los supuestos ‘grandes premios del cine´.

Last Conversation (*)

Al entrar en la sala y dar comienzo la película, el espectador se sienta ante unos veinte minutos iniciales (no exagero) en los que vemos a una conductora al volante de su coche. No hay diálogo ni planos más allá de dos metros a la redonda fuera del vehículo.

Al leer la sinopsis, me imaginé que se trataba de una revisión de aquello que hizo Colin Farrell en Última Llamada (Joel Schumacher, 2005) o, simplemente, un thriller en el que la protagonista debía intentar evitar que su interlocutor telefónico colgase el teléfono con el fin de intentar provocar una debacle dramática. Nada más lejos de la realidad.

La gente huía de la sala en desbandada mientras parecía que, en cualquier momento, iban a aparecer en pantalla cosas como ¿Te Gusta Conducir? o Dirección General de Tráfico: No Podemos Conducir Por Ti. Pero no. No estaba ante ningún spot publicitario sino ante un experimento holandés en el que, fotograma a fotograma, íbamos descubriendo la belleza del asfalto neerlandés y las líneas continuas por las que, recuerdo, jamás debemos de adelantar. Sin duda, una auténtica tomadura de pelo.

Naufragio (**)

El argumento parecía interesante. Un inmigrante africano llega a las costas españolas con una misión que cumplir: matar a un hombre. Con este asesinato, se redimirá de algo que no queda demasiado claro, y logrará su objetivo de reunirse con un ser superior.

A la película, una de las apuestas fuertes de la sección Arte, le falta algo. A la gran dirección de Pedro Aguilera le falta un guión que resalte las maravillosas escenas que la técnica cinematográfica nos ofrece en la película. Un conjunto de frases que le de algo de sentido a la trama en particular y al conjunto en sí. Y es que a mi lo que me han contado me recuerda a un Jesucristo al revés. Un hombre, en este caso concreto, debe matar a otro para poder reunirse con «su padre» que está más allá de los cielos. Pero no me termina de cuajar la historia. Y es ahí donde más falla la película.

Sin embargo, terminaré con algo que me resulta totalmente sangrante. ¿Como es posible que en un país que lucha por librarse de los prejuicios y tópicos se promocionen desde las instituciones y se haga publicidad de esos mismos tópicos? Hablo de las decenas de insultos e improperios que se emiten por minuto en la película haciendo quedar a España como un país de malhablados así como las aficiones esas de las que, casi siempre, estamos renegando: el fútbol y los toros, en este caso, demostrado tras las estocadas de José Tomás. Para que luego nos quejemos de que la primera palabra que digan los extranjeros sea «olé».

La Desaparición de Julia (Julia´s Disappearance) se vuelve a proyectar hoy jueves 11 de noviembre a las 18:30 en las salas de Nervión Plaza.

Last Conversation se proyectará el viernes 12 de noviembre a las 17:00 y el sábado 13 a las 16:30, también en los cines de Nervión.

Por su parte, Naufragio ya ha terminado su periplo por el Festival de Sevilla y habrá que esperar para verla cuando se estrene a nivel nacional en circuítos más comerciales.

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