Beatriz Carvajal y Magüi Mira, dos grandes mujeres con mucho talento. /sa

‘El cerco de Leningrado’, obra creada por José Sanchís Sinisterra, se representará en el Lope de Vega a partir de este jueves 21 de octubre y terminará el domingo 24 de octubre. Nos muestra los pensamientos de dos mujeres tan diferentes, pero tan iguales al defender sus ideales y sobre todo con sentido del humor.

Sevilla Actualidad. Desde este jueves a este domingo podemos asistir a la obra de teatro ‘El cerco de Leningado’, que se va a representar en el Lope de Vega, pero no, no vamos a ver ni Leningrado ni su famoso cerco sin embargo, vamos a ver a dos actrices, Beatriz Carvajal y Magüi Mira,dos grandísimas actrices tan diferentes, tan antagónicas, tan particulares como solo los grandes creadores pueden serlo.

Tienen, claro, características comunes, su sentido del humor, su inteligencia y su enorme talento para incorporar unos complejos y difíciles personajes que Sanchís Sinisterra, el autor de la obra, ha colocado al borde del abismo, entre el realismo y el mundo onírico en ese delicado límite que en el contactan realidad e ilusión.

Dos mujeres enfrentadas por sus carácteres, por sus orígenes, por sus temperamentos pero unidas, profundamente unidas, por una ofuscada fidelidad a sus ideas, a sus principios, a su amor.

¿Dos estrafalarias? Puede, o quizá ¿dos enfermas?, o lo que es peor ¿dos idealistas? Sí, son dos seres que son aún capaces de mantener los valores espirituales sobre los materiales, dos marginadas que se cercan a ellas mismas para poder ser fieles a si mismas. Perdido el contacto con el mundo real, un mundo que ha perdido su norte, un mundo de corrupción e infamia, se desconciertan viendo el descalabro de la utopía igualitaria en una Europa justa frente a la soberanía inhumana del mercado y los intereses del capital.

Estas mujeres son dos seres que recurren a sus recuerdos porque sin memoria desaparecerían, al humor para mantenerse vivas y la solidaridad para vivir con calor. La ilusión en ellas se confunde con el presente, el teatro con la realidad.

El autor juega al teatro dentro del teatro, un fantasmagórico teatro medio derruido, pretérito y tal vez patético como las vidas de nuestras dos mujeres pero en pie, sin cesiones ni cómodos pragmatismos, pleno de historia, la nuestra, espejo de nosotros mismos si no nos hubiéramos dejar corromper.

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