Una de las películas más incomprendidas de la Historia del Cine es ahora la que nos toca en nuestra sección «Críticas de Filmoteca». Todo un placer para la vista y para los sentidos.

Antonio Sánchez-Marrón. De la mano de Marlon Brando, mi actor de referencia, el hombre que mejor define el cine (a mi entender, claro está) y todo un símbolo para el que escribe, comencé el visionado de esta cinta como una más del ciclo Brando que empecé por una época en la que yo todavía no había alcanzado la capacidad suficiente para ver tantas y tantas películas. Me gasté mi dinero en esta película en su edición metálica porque tenía un buen presentimiento hacia esta cinta de Arthur Penn. Y sin duda, no me equivocaba.

Con un comienzo digno de las mejores películas de Hitchcock, se nos plantea la vida en un pequeño pueblo de Texas gobernado por un supermagnate del petróleo al que parece que hubiera que agradecerle todas las maravillas que ocurran en ese lugar. Cada persona lleva su propia vida y, además, se inmiscuye en la de los demás, como manda la tradición en todo pueblo. Hay todo tipo de negocios, tiendas y establecimientos. Bares, zapaterías y tiendas de moda donde las mujeres entrar a comprar modelitos y, de paso, a desprestigiar a la vecina o a la hija de la que vive dos casas más hacia allí. Pero la vida del pueblo cambia cuando se conoce la noticia de que uno de los habitantes, convicto en una prisión estatal, se ha fugado de la cárcel y se rumorea que se encuentra en las inmediaciones del lugar. En ese momento, su ex-mujer trata por todos los medios de protegerlo a pesar de las objeciones de su padrastro y su novio (hijo primogénito del supermagnate local).

Y en todo esto aparece el personaje de Brando, un sheriff serio, honrado y en busca del cumplimiento de la ley por encima de todo. El sheriff Calder se enfrenta diariamente a acusaciones de todo tipo acerca de su «enchufismo» en el puesto de jefe de policía en base a favores personales hacia el magnate.

¿Qué es lo que se pretende en esta película? Mostrar, sin mordazas, la hipocresía de la gente. La sociedad rural en la que se desarrolla la cinta es perfectamente extrapolable a cualquier sociedad, rural o urbana. Y es que nadie debería ser dueño más que de su propia vida. 

Mi experiencia personal me llevó a identificarme con el sheriff Calder. La Jauría Humana es un retrato descarnado de la vida rural americana. Yo, que soy un cinéfilo bastante americanizado, tengo por cabecera esta película que tantas veces he visto y tantas veces veré. Siempre me recordará una etapa de mi vida digna de olvido. 

A usted, querido lector, le recomiendo vivamente que vea esta película. Todas y cada una de las interpretaciones merecen ser citadas. Tanto Robert Duvall, Jane Fonda, Robert Redford, James Fox y Angie Dickinson hacen interpretaciones realmente verdaderas y dotan a sus personajes de una realidad pasmosa que a mi me impresionó. Y como olvidar a Marlon Brando y una de las escenas más sobrecogedoras de su carrera. Un actor que siempre vendrá conmigo allá donde vaya y al cual siempre recordaré como pilar fundamental de mi desmedida pasión por el Séptimo Arte. 

La Jauría Humana. Incomprendida en su época. Olvidada en nuestros días. Una verdadera pena. Es por esto que le recomiendo a usted que se siente una tarde y enchufe su DVD. Introduzca el disco y disfrute.

www.SevillaActualidad.com