Comenzó el director Juan Dolores Caballero (de la compañía sevillana Teatro del Velador) a idear su nueva obra, ‘Dröppo’, tras ver la temporada pasada en el Teatro Central la magnífica ‘Long Life’ (del Nuevo Teatro de Riga): un grandísimo trabajo actoral sobre cinco ancianos que comparten piso en la capital letona. A partir de ahí, Caballero hizo una propuesta muy suya, este ‘Dröppo’ recién estrenado en el Lope de Vega y que supone su incursión en la clara comedia.

Miguel Ybarra Otín. ‘Dröppo’ aborda desde la risa el desamparo. El de aquellos que tanto perdieron y sufrieron tras la caída del comunismo: idea que se esboza en personajes que no salen de casa y en los trazos de un desayuno inicial con bolsitas de té ya utilizadas.

Ambientada en un lugar que no importa -podría ser cualquier ciudad, si bien hay tintes de Europa del Este-, la obra nos muestra a cuatro inmigrantes de vidas planas y sin sueños, cuatro personas sin vínculos con la sociedad y sin apenas verdaderas relaciones profundas entre ellos.

Caballero nos los presenta con un pedazo de sus vidas, como en una postal de un día normal: baño, dormitorio, salón, cocina y cuatro actorazos. Personajes grotescos que con sus dientes postizos, andares, risas y miradas crean a unos seres caricaturescos, entrañables, tiernos, muy cómicos y con auras que llenan el escenario: Abel Mora, José Machado, Manuel Solano y Rocío Borrallo se encuentran comodísimos en sus papeles. Ya había comentado Abel Mora en la rueda de prensa de presentación que él con Juan Dolores Caballero había “dado con la tecla”. El chino, como es conocido el director, crea personajes muy particulares. Y da también con la tecla.

Estos jóvenes intérpretes consiguen llenar la escena con un lenguaje inventado y con formas exageradas en divertidísimos gags que nos recuerdan al cine mudo. En otros pasajes del espectáculo -un par de veces todos comiendo- hacen música, divertidos ritmos en la mesa. Y con un fondo siempre siniestro, amargo, pero al mismo tiempo -quizás sin que los propios personajes lo adviertan- alegre. Así discurre la historia. Dejando risas y carcajadas en las butacas durante la función. Disfrutó el público. Gran aplauso a sus creadores.

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