En el corazón del barrio sevillano de Triana, el mercado de Triana ha sido un pilar fundamental de la vida comercial y cultural de la ciudad durante dos siglos. Desde sus humildes comienzos en 1823 hasta su actual esplendor, este mercado ha sido testigo de la evolución de la sociedad sevillana y ha mantenido viva la tradición de la venta de productos frescos y locales.

La historia del mercado de Triana la cuenta a través de un extenso hilo de Twitter José Ángel Ríos (@joseangelrios92), conocido usuario de la redo social por sus publicaciones sobre curiosidades y anécdotas sobre la capital hispalense.

Un origen humilde y aislado

Según relata José Ángel, en 1823 Triana era un arrabal aislado del resto de Sevilla debido a las frecuentes crecidas del río Guadalquivir. En el área conocida como el Altozano, se establecieron vendedores ambulantes y agricultores en puestos pequeños, a menudo insalubres. Este aislamiento llevó a Triana a desarrollar su propia identidad, con su propio cementerio, parroquia y, por supuesto, su mercado.

El renacimiento en las ruinas del Castillo de San Jorge

El mercado de Triana tiene sus raíces en el antiguo castillo de San Jorge, que data de 1171 y luego fue sede de la Inquisición a partir de 1481. Cuando la Compañía de Jesús perdió su propiedad en 1822, la tierra pasó a manos del municipio. Fue entonces cuando se construyó la plaza de abastos bajo la dirección del arquitecto Tomás de Escacena y Anaya, finalizándose en 1823.

Este mercado, de planta cuadrangular, se caracteriza por tres entradas principales, una de ellas junto al puente de Triana. Sus galerías paralelas y perpendiculares crean una retícula ortogonal. Los típicos azulejos blancos y azules de Triana adornan los puestos, cada uno de los cuales lleva el nombre y la numeración grabados en cerámica.

Transformación y prosperidad

El mercado de Triana se convirtió rápidamente en un punto vital para el comercio en la región. Los barcos atracaban en el muelle, trayendo consigo productos agrícolas del Aljarafe y la Ruta de la Plata. Panaderías, carnicerías, pescaderías y otros comercios se establecieron en este lugar, muchos de los cuales aún son administrados por familias que han mantenido la tradición durante más de un siglo.

En aquellos tiempos, antes de la llegada de las cadenas de supermercados, las plazas de abastos eran la principal fuente de suministros para la comunidad. El mercado de Triana, situado estratégicamente junto al puente, se convirtió en un punto de venta fijo que garantizaba la disponibilidad de productos frescos y locales.

La mudanza y el descubrimiento histórico

En 1987, debido al deterioro de la estructura original, se planteó la demolición del mercado para construir uno nuevo. Durante las obras, que duraron nueve años, el mercado se trasladó temporalmente a la calle Pagés del Corro, en el lugar del antiguo cine de verano Alfarería.

Fue durante esta remodelación que se hicieron descubrimientos arqueológicos sorprendentes. En 1997, se encontraron restos de un cementerio almohade, específicamente una necrópolis infantil cerca de una iglesia dentro del Castillo de San Jorge. Los restos, que incluían cráneos de niños recién nacidos, databan de una época remota y planteaban interrogantes sobre las circunstancias de su entierro masivo.

Un renacimiento para el nuevo milenio

Finalmente, en 2001, el nuevo mercado de Triana fue inaugurado, con más de ochenta puestos. Aunque ahora es más moderno y adaptado al siglo XXI, conserva la esencia y la alegría del mercado original. Abierto todos los días, excepto los domingos por la tarde, el mercado de Triana ofrece una experiencia única, con wifi gratuito y tiendas de flamenco donde se pueden comprar trajes típicos, accesorios de danza y, por supuesto, artesanías de cerámica trianera.

Hoy, el mercado de Triana sigue siendo un lugar donde los sevillanos y visitantes pueden disfrutar de productos frescos y locales, mientras se sumergen en la rica historia y cultura de Triana.