Gran espectáculo el de los suizos Zimmermann & de Perrot el viernes y sábado en el Teatro Central: ‘Öper Öpis’ (‘Alguien algo’), una combinación de teatro, música, circo, danza y artes visuales en un derroche de fuerza sobre un escenario basculante, que se inclina a izquierda o derecha y delante o detrás, según se desplazan los artistas.

Miguel Ybarra Otín. Tres chicos y tres chicas en escena. Seis grandes artistas, siete con el dj Dimitri de Perrot. Mesas y sillas que se deslizan, que caen, un mundo en constante inestabilidad, personajes que también se precipitan inevitablemente… difíciles relaciones con los demás y con el medio. Aunque con humor y aunque pueda al final conseguirse un magnífico equilibrio: Zimmermann horizontal sobre un mínimo punto de apoyo en un taco de madera; Kati Pikkarainen que monta un puzzle de esas maderas sobre la nariz de Víctor Cathala, quien más tarde hace malabarismos con el cuerpo de ella… Asombroso y divertidísimo.

Contorsiones, acrobacias, un torrente de energía, música frenética… Un sinfín de sorpresas, cuerpos que aparecen inesperadamente de detrás de un mueble, trucos mágicos, risas del público, Zimmermann que pone una alfombra en vertical, la suelta, camina hacia un lado y ésta le sigue en paralelo.

Es un mundo de locura donde a veces existe poca lógica. Al dj, quien dirige los hilos del juego, el escenario también le sorprende: se le levanta, se le escapa, ha de correr tras los tocadiscos. Y no existe dramaturgia, pero el espectáculo es redondo: un universo visual y sonoro, un lenguaje corporal desprovisto de palabras. Un mundo que el espectador de la edad que sea -cómo de bien se lo pasaron tres pequeños en la fila de detrás- queda encantado de haber visitado.

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