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‘La punta del iceberg’ llega al Lope de Vega en su tercera semana desde que inició la temporada. Una obra sobre la competitividad laboral en contexto de crisis escrita por el novel Antonio Tabares y dirigida por Sergi Belbel.

Sergi trabajó desde el 2006 al 2011 en el Teatro Nacional de Cataluña y fue ese último año cuando un texto galardonado con el Premio Tirso de Molina, ‘La punta del iceberg’, llegó a sus manos. “La devoré en una hora y media, con un punto de conexión muy fuerte porque me recordaba a ‘Después de la lluvia’- también representada en el Lope de Vega-  y, además, tenía una escritura ágil”.

Pero no fue hasta dos años después cuando la obra sonaría en el teatro La Abadía. Sergi mostró su interés por representar la pieza del canario dramaturgo y José Luis Gómez, director del teatro, aceptó la producción.

“La Abadía siempre ha tenido una filosofía de teatro de arte, donde el actor es centro puro y no se rige por criterios comerciales ni económicos. La libertad de los textos es lo que hace que sea un teatro diferente”, menciona.

El director reconoce que al principio le daba “pereza” otra creación sobre un tema “tan actual y trillado como es la crisis”, pero Antonio Tobares le da un tratamiento de thriller que se despunta con pequeñas dosis de comedia.

En ese sentido, lo que aparece como una mera y fría investigación sobre las relaciones humanas en un contexto laboral, acaba avanzando hasta que en el tercer y cuarto acto el hielo va resquebrajándose para dar paso al corazón, a las pasiones emocionales; y ahí, destaca Sergi, es donde hay teatro porque “los personajes se odian, se aman, se pelean y se reencuentran”.

“He hecho yo más desde arriba que tú en el sindicato”

La trama se centra en un ambiente de cotidianidad y de actualidad noticiosa como son los despidos masificados de una empresa multinacional que acaba de sufrir un ERE. Tras los reajustes de los empleados se producen tres suicidios que darán entrada a Nieves de Medina, como responsable de una inspección laboral, que investigará si la entidad tiene responsabilidad sobre dichas muertes. Así, todos los grandes temas quedan por debajo en lugar de ser verbalizados: “La puesta en escena describe la punta y el público ve lo que hay debajo de la línea de flotación, que es un sistema podrido, capitalista, con muchas irregularidades e injusticias enfrentadas a las realidades de forma muy amena”. Una particularidad que Sergi destaca como la buena definición del teatro: “Para contar las cosas hay que apoyarse en personajes, historias y anécdotas para no hacer un tratado de política, filosofía o sociología”.

El autor reconoce que se basó en el caso de tres suicidios en la planta de innovación tecnológica de Guyancourt, a las afueras de París, y reflexiona sobre la similitud de casos que encontró cuando empezó a investigar sobre este tema. El más escalofriante, y que Sergi también resaltó, fue el de la compañía France Telecom, donde más de cincuenta trabajadores de suicidaron en un año.

En este sentido, reflexionaron sobre la escasa cobertura mediática que los medios le dan a este tipo de sucesos, por miedo a incentivar un efecto dominó. La película ‘El método’ de Marcelo Piñeyro también hacía hincapié en las presiones que se realizan dentro de los casting para optar a un puesto de trabajo. El autor de esta obra, Antonio Tabares, reconoce que el suicido se asume como un motivo recurrente motivado por la coacción exacerbada de obtener resultados en la productividad.

La escenografía también juega un importante papel en la representación de la obra ya que el decorado, acentuado con muebles de oficina vacíos, dan el sentido metafórico “de hueco, de la crisis y las cajas por llenar”.  Toda la tensión está concentrado en el juego actoral que concluye con un final cerrado pero abierto donde “el público sale haciéndose preguntas”.

La creación de relaciones personales subterráneas en un contexto donde la empresa y el amor se mezclan, también marcan el sentido de esta obra. Se crean preguntas como “si para llegar hasta arriba se ha tenido que pervertir los principios”. Sergi alude al debate creado por Umberto Eco sobre los apocalípticos e integrados para describir la dualidad que presenta la obra. Una reflexión sobre la actitud ante la vida, las relaciones entre hombres y mujeres, y la rebeldía propia de la juventud frente a la madurez conformista.

“He hecho yo más desde arriba que tú en el sindicato”, dirá Nieves de Medina encarnando a la mujer perteneciente del Consejo de Administración, Sofía Cuevas.

Una reflexión sobre el teatro y sus fronteras

Sergi también hizo una breve mención a la proyección teatral de España frente a Europa en dos sentidos: por un lado, destacó como negativa la parte económica, que impide que los textos y producciones nacionales se representen en otros países por escasa difusión y visibilidad; pero por otro, alabó la variedad del panorama  teatral que vive el país gracias a la multitud de nombres y talentos. “Tenemos un teatro más rompedor o radical que filtrea con las fronteras de la realidad, como el de Angélica Líddell o Rodrigo García, o un teatro más integrado como el de Tabares; también el teatro consolidado como el de Juan Antonio Mayorga o el comercial…”

Sergi se muestra optimista en cuanto al futuro de la dramaturgia española. Ha dejado de creer en las publicaciones impresas e impulsa internet como plataforma para dar salida a los textos de forma libre y gratuita.

Durante su trabajo para el Teatro Nacional de Cataluña llevó a cabo un programa denominado ‘T6’ que pretendía dar a conocer y reforzar a los jóvenes dramaturgos catalanes. Durante su recorrido se encargó de dar protección a los autores de corto recorrido para que trabajasen sobre su “obra viva” y viviesen todo el proceso de forma integrada: “Volvemos a ser amos de nuestros productos, es decir, escritores y directores también. El director es un accidente, existe gracias a la luz eléctrica que surge con la dimensión del decorado… pero siempre había sido el mismo autor que dirigía mentalmente desde su proceso de escritura”.

Sergi Belbel lleva seis años sin escribir, tras el éxito de ‘Caleidoscopio’, ‘Después de la Lluvia’, ‘Talem’ o ‘La sangre’, se ha inmerso en múltiples proyectos de dirección entre los cuales destaca una segunda pieza de Tabares, donde también participa Roberto Quintero.

El director destacó las obras del novel dramaturgo y su potencial hacia la proyección internacional. “Le pedí todos sus textos escritos hasta la fecha y confirmé que Tabares no era un autor baladí”. Su última obra escrita, resalta el director, será maravillosa si la presenta ya que “encierra a catorce personajes en cuatro horas de actuación sobre los ‘Libros cruzados’ y cómo la literatura puede cambiar la vida de las personas”. Aún más destacable es que “todavía alguien crea que eso es posible”.