Un año más llegó la Semana Santa a Sevilla, la semana en donde la ciudad despierta y no duerme hasta que todo pase. Por fin se cumple el deseo que la ciudad ha soñado durante los 365 días del año.
Miguel Ángel Rodríguez. A las 12:45 salió el señor de la vitoria a las calles de Sevilla. Con él comienza el Domingo de Ramos y la Semana Santa de Sevilla al ser la primera hermandad en salir a la calle, aunque no será hasta las 16:25 de la tarde, y de la mano de la hermandad de la Borriquita, cuando verdaderamente se estrena la carrera oficial y el paso de las hermandades por la Catedral.
Ha sido un día lleno de luz, de olor a incienso, a azahar, de niños ilusionados vestidos de nazareno de la mano de su padre, de niños pidiendo cera, caramelos, estampitas a los nazarenos…Ha sido un día en donde la ciudad al completo ha salido a la calle para ver cómo el hijo de Dios y su madre por las calles de la ciudad que no duerme.
Curiosos sonidos de gaitas, con la venia de la flauta, campanas, xilófonos, y al ritmo que marca el tambor para sorprender en la entrada en Campana de Jesús Despojado de sus vestiduras. Cortejos con sabor a despedida como el del alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, ante La Hiniesta. Aplausos y lágrimas de emoción contenida ante un Jesús de las Penas sobre el rojo de las rosas y el morado de la primavera en los lirios de su paso.
Primavera visible en el rostro tenue de singular belleza trianera de su madre de la Estrella. Divina penitencia de la Amargura, y Amor de Sevilla a las advocaciones de su devoción para cerrar una jornada de gozo.
Sol, calor por la tarde, frío por la noche, un tiempo excepcional que ha dado una tregua a los insistentes meses de lluvia que hemos dejado atrás…
Las últimas hermandades en recogerse han sido La Hiniesta y La Estrella, cuyos palios entraron en su capilla cerca de las 3 y medía de la madrugada, bastante más tarde de lo previsto
El Domingo de Ramos se va para dar paso a un Lunes Santo en donde la probabilidad de lluvia está casi asegurada según las fuentes metereológicas, aunque esperemos que la luz vuelva a brillar como lo hizo ayer y nos permita dejarnos llevar y sentir la pasión de Jesucristo mucho más cerca de nosotros.