Dispuesto a pedir perdón, Don Juan suplicaría perdón en Martes Santo. Se dan circunstancias suficientes en tal día para vivir mil y una vidas en las que purgar todos sus pecados; y es Don Juan el elegido para vivir el calvario del hijo del hombre en sus distintas pieles.

Puesto a ser hereje, el galanteador es testigo del beso en la piedra ojival de San Esteban mientras es burlado como si fuera rey de los judíos. Llora por la Casa Pilato, y su madre de los Desamparados seca sus lágrimas. Es entonces cuando el hombre promete no volver a llorar y caemos entonces en la cuenta de que no existe en la ciudad otra imagen de Jesús que procesione con lágrimas en el rostro.

Vivida la burla, viene muerto el hijo del hombre por la plaza de la Contratación. Don Juan vive en su carne la más dulce muerte de un crucificado que salió del alma de Juan de Mesa y que regala dolor y ternura con su serena mirada a partes iguales. Con Angustia llega la madre con su rostro encogido por el dolor. No hay consuelo para la madre de un Dios, no hay consuelo para la muchacha, no existe el consuelo para esa Inés que observa la muerte de su amado desde cada esquina.

Tras la burla y muerte, parece ser premiado el ilustre vecino de Santa Cruz. Le toca ahora ser Pilatos. El Tenorio tiene que dar a elegir al pueblo, «¿A quién queréis, a Jesús o a Barrabás?´´, y la ciudad quiere a Pilatos. Por momentos parece que el prefecto va a bajar a dejarse querer por la muchedumbre, pero no… Aunque la ciudad lo venere, Pilatos -quizás Don Juan- se queda en su sitio; contenido y firme, atento a lo que va a pasar y consciente de las verdades que Claudia predice. Pilatos condena a sabiendas al hombre justo y el espíritu de la ciudad vuela ya alto…

Dicen que el hombre vive plenamente cuando ama hasta morir. Lo cierto es que la ciudad sabe que el hombre va a morir amando con atardeceres de plata. Entonces, allá en el barrio de Becquer, suena el estruendo de la bofetada de realidad en el rostro de Don Juan -quizás Jesús- y se acerca lo inevitable. No sabemos a ciencia cierta si lo inevitable es bueno o malo, pero somos conscientes de que es necesario; es necesaria la vida intensa y la muerte hasta llegar al triunfo.

Sabiendo que la madrugada está a punto de crujir, vuelve don Juan a llegar muerto por la calle más hermosa de la ciudad. El Cristo de la Misericordia presta su cuerpo al burlador para que este viva la buena muerte y pida a gritos clemencia. Es entonces cuando el perdón va a concederse, en esa esquina pegando a esa plaza de la alianza; allí donde mora la promesa y el dulce beso escritos en la piedra en la que reposa el nombre de Joaquín Romero Murube. Don Juan desciende de esa cruz y da la mano al hijo del hombre y es el poeta de Los Palacios quien guiará el camino hacia lo eterno en el que habita el perdón y el olvido.

En esas, mientras Don Juan va quedando perdonado, una joven dama de San Lorenzo va despidiéndose de la ciudad repartiendo dulzura con su media sonrisa. La Virgen del Dulce Nombre nos hace distinguir entre la teoría y la realidad y nos damos cuenta de que realmente es tan bella que resultaba inimaginable descubrir tan hermoso rostro entre el tumulto de la ciudad eterna y ahora le hablamos, le decimos aquello que salió de las manos de Rodríguez Buzón, «Como tú, ninguna…´´. Y como ella, ninguna; nada como su sonrisa que todo lo dice y por la que jamás pasará el tiempo. Tiempo que tiene un valor especial.

Tenemos a tres hombres con billete con destino a lo eterno: Don Juan, Jesús y el poeta que vivió en el Alcázar. Tres mujeres, tres quedan huérfanas: Inés, María y la Ciudad. Cuando nos sorprende el dolor del crujido de la madrugada, los tres hombres levitan sobre la ciudad, allá en la plaza de la Alianza; mirando al creador que fuere y diciendo, «Cuando tú quieras, Maestro…´´. Entonces, la muerte nos ha sorprendido… pero en horas, la vida vuelve a florecer en la ciudad. Y todo es un volver a empezar, volver a soñar y ser conscientes de que es en las estrellas donde acaba y empieza todo. Sentémonos a observar el paso del tiempo a la brisa de lo eterno… y que la vida y la muerte nos tome por sorpresa.

Nacido en 1989 en Sevilla. Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla y Máster en Tributación y Asesoría Fiscal por la Universidad Loyola Andalucía. Forma parte de 'Andaluces, Regeneraos',...