Análisis de Mercedes Romero / Sevilla Actualidad

Las fiestas populares no necesitan de manual de instrucciones para poder llevarlas a cabo y entenderlas. Pero parece que en el caso de la Semana Santa no es del todo así. Muchas son las opiniones y comentarios, tanto a favor como en contra, que se han alzado tras la aprobación de una normativa del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla presentada esta semana en la sede de la Fundación Cruzcampo. El objetivo de este acuerdo es simple: no eternizar el paso de las hermandades por la Carrera Oficial para garantizar una mejor gestión y organización del carácter popular y festivo inherente a esta celebración religiosa.

Es difícil pensar que en Sevilla, ciudad con gran experiencia y raíces profundas en esta fiesta popular, haya que poner puños firmes sobre la mesa para recordar que el traslado de pasos no es para vanagloriarse del poder de cada cofradía, sino que es un acto de fe y devoción por parte de los que lo forman. No es la primera vez, por eso el Consejo ha pretendido siempre seguir de cerca el cumplimiento de las hermandades para con las normas establecidas.

De hecho, desde tiempos remotos, como los siglos XV y XVI, se documentan datos relacionados con esta semana sevillana por excelencia, hoy declarada de interés turístico internacional. De hecho las primeras directrices del protocolo del Cabildo de Toma de Hora datan del año 1604. Este ya ponía orden, señalando, entre muchas otras funciones, por dónde debía ir la cofradía en las calles. El siglo XVI es fundamental ya que es cuando se consolidan las hermandades de pasión y de penitencia. Como lo que actualmente son: asociaciones que veneran la pasión, muerte y resurrección del Señor. En el período de la Segunda República es cuando se ve empañada la Semana Santa, ya que los enfrentamientos sociales y políticos hicieron que no se celebrara esa fiesta durante años.

Ahora el Consejo pretende retomar las riendas de la celebración con una nueva normativa, que establece, entre otros aspectos, el tiempo que deben emplear las hermandades de paso por la Carrera Oficial. Neutralizan su punto de vista e igualan a las 61 hermandades de penitencia que llegan hasta la Catedral, instándolas a todas a aligerar sus revirás (O´Donnel a Campana; Plaza del Duque a Campana y Campana a Sierpes) en los accesos a la Plaza de la Campana. “Las entradas en Carrera oficial de determinadas hermandades se eternizan en revirás que duran, en algunas ocasiones, hasta dos y tres marchas”, deja claro una de las normas del Consejo.

El mismo recelo hay a otra norma ya creada: la que pretende regular la ostentación de las corporaciones religiosas de nuestra Semana Santa. No quieren que las cofradías presuman de su patrimonio, o que se aprovechen de ciertas situaciones sobrevenidas. La lluvia ha sido en no pocas ocasiones una aliada para volver a sacar el paso a la calle para el traslado a su sede. Nunca más. Debe hacerse con compostura seria y solemnidad como si fuera un traslado. “Si la Estación de Penitencia ha quedado frustrada, la procesión de vuelta no se considera una continuación de dicha Estación ni como una salida extraordinaria, sino que tendrá el carácter de un traslado, con solemnidad y según la idiosincrasia de cada corporación”, reafirma la normativa.

Las normas están escritas. El Consejo ya se ha pronunciado. Sólo falta la colaboración y acción por parte de las hermandades de penitencia de Sevilla, que podrán poner en práctica éstas directrices en dos semanas. El año pasado fueron partícipes ciertas hermandades de la colaboración entre ellas para beneficiarse todas al final por culpa del mal tiempo. Sólo dos semanas para ver si el nuevo veredicto del Consejo tiene efecto entre las cofradías que lo forman.

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