Betis-Rubin

El Betis firmó parte de su sentencia en la Europa League empatando ante un Rubin Kazan, al que superó en la primera mitad y dio vida en la segunda, justo cuando un penalti injusto materializó la ventaja tártara para la vuelta.

Es difícil interpretar un partido como el que el Betis ha jugado este jueves ante el Rubin Kazan. Sobre todo porque la Europa League interesa demasiado poco y pocas conclusiones válidas se pueden sacar, más allá de que todo sigue igual, o al menos parecido.

En líneas generales, la lectura nunca debe ser positiva porque empató un partido que tenía encarrilado desde el tercer minuto y que jugó con superioridad desde la expulsión de Prudnikov mediada la primera mitad. El sabor del partido es netamente agridulce, porque sin merecerlo acabó igualado con su rival y, aunque siendo superior, con la misma sensación de incapacidad e impotencia con que ha finalizado el 95% de los partidos disputados esta temporada.

Sorpresivamente, el encuentro comenzó a las mil maravillas con un golazo de Dídac, que más que calidad del catalán, evidenciaba el pésimo estado de forma en el que llegaba el conjunto tártaro al encuentro, pues facilitó el sombrero del lateral izquierdo y el disparo ajustado al palo que adelantó al Betis.

Desde el gol, se materializó el oasis en el Benito Villamarín, donde se vislumbraron imágenes propias de un pasado tan efímero como reciente. Dominaba el Betis con mucha solvencia, con profundidad por el ala de Cedrick, mucha calidad en las botas de Baptistao y Salva Sevilla, que veía los huecos recordando a sus mejores tardes. Producto de ello, las ocasiones se multiplicaron del mismo modo que lo hizo el desacierto de cara a portería y las buenas intervenciones del guardameta ruso Ryzhikov.

Ni Cedrick en dos ocasiones, ni Leo Baptistao, ni Perquis a balón parado acertaron de cara a gol propiciando que el dominio bético se disipara en la segunda parte, sin que el resultado respondiese a los méritos de la primera. No obstante, se evidenciaba que, sin minusvalorar el esfuerzo bético, tan magna superioridad era consecuencia a medias de la inactividad del rival y del profundo respeto que éste le profesaba, ignorante de la realidad actual del Betis y desconfiado en sus propias posibilidades. Lógicamente, también ayudó la expulsión de Prudnikov en el 28’ por dos acciones absurdas en menos de un minuto. Pero ni por esas, habría más goles.

Como ya decimos, la segunda parte fue otra película radicalmente opuesta. El conjunto de Calderón bajó el pistón y mientras buscaba la portería contraria con menos interés e idea, el Rubin Kazan empezaba a adelantar filas y a salir con cierto peligro, comprobando que su contrincante no está fabricado para soportar grandes bombardeos. En cada contragolpe, sin salir con demasiada gente al contragolpe, se palpaba la tensión en la zaga bética hasta que llegó la jugada trascendental del partido.

Penalti fuera del área, trascendental

El protagonista fue Serge Gumienny, el colegiado belga, que sancionó como penalti una falta de Lolo Reyes claramente fuera del área. Cuando no salen las cosas, todo se alinea en contra del Betis y sin merecerlo, aunque había bajado la intensidad, llegó el empate con esta pena máxima que transformó Eremenko, quien dinamizó el ataque de su equipo en la segunda mitad y dejó la eliminatoria en franca ventaja para los suyos por el valor doble de los goles en campo contrario en caso de empate.

El resultado era un magnífico botín para los tártaros, que como en la primera parte se amontonaron en su campo fomentando el nerviosismo en el Betis que no creaba fútbol ni en movimiento ni a balón parado, por lo que los minutos pasaron mientras los hombres de Calderón sufrían en el ejercicio de su profesión, ofreciendo algunas imágenes lamentables sobre el campo como la de Perquis perdiendo el control con el guardameta ruso.

Ni con diez, ni jugando bien, con errores arbitrales o sin ellos, ni en Liga, ni en Europa League. El Betis es incapaz de ganar un partido y eso, además de descenderlo con todo merecimiento, acabará apeándolo de la competición europea por la que tanto ha peleado, aunque precisamente esa eliminación puede convertirse en positiva para una afición maltratada que para nada desea más humillaciones por parte del eterno rival.

Ficha técnica

Real Betis: Adán; Juanfran, Perquis, N’Diaye, Dídac Vilá; Lolo Reyes (Jorge Molina 78′), Nosa (Nono 67′); Baptistao, Salva Sevilla, Cedrick; y Chuli (Rubén Castro 53′).

Rubin Kazan: Ryzhikov; Kuzmin, Sharonov, Burlak, Kislyak; M’Vila, Kulik (Mullin 67′) (Kverkvella 94′); Gökdeniz Karadeniz, Torbinski, Eremenko; y Prudnikov.

Goles: 1-0 (3′) Dídac Vilá; 1-1 (74′) Eremenko (p.)

Árbitro: Serge Gumienny, belga. Expulsó por doble amarilla al tártaro Prudnikov (27′). Amonestó a los locales Nosa, Juanfran, Perquis y Jorge Molina; y a los visitantes Torbinski, M’Vila y Kuzmin.

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