El joven con la nota más alta de Selectividad en Andalucía (13,9 sobre 14), tiene 18 años y es de Alcalá de Guadaíra.
Tiene los pies en el suelo y su aspiración pasa por la investigación física y continuar con su vida, que considera que es «la de un chico normal».
Actualmente, ser reconocido y popular no es extraordinario. Basta con publicar un vídeo gracioso que arrase en la red, subir un single pegadizo a Internet o ser conocido de algún colaborador en televisión. Pero si el reconocimiento se basa en tu esfuerzo, el cerco se estrecha enormemente. Es el caso de Julián Galindo Álvarez, un joven de 18 años que acaba de saltar a los medios por ser el joven con la nota más alta de Selectividad de Andalucía, 13,9 sobre 14.
“Si me ves por las calle, normalmente no pensarías que he sacado esta nota”, dice entre risas Julián. Y es que se define como un chico “normal”, que tiene su novia, sale con sus amigos y reconocer ser un asiduo jugador de la Play Station. Afirma tener un par de aficiones que, de vez en cuando, le salen a la luz: el dibujo y el baloncesto. “Ojalá me diera tiempo a compatibilizarlo todo, pero he tenido que aparcar algunos hobbies para seguir formándome”, señala.
A sus 18 años, este joven natural de Alcalá de Guadaíra, ha decidido acceder al doble Grado de Física y Matemáticas en la Universidad de Sevilla, sin embargo, desde que estudiaba en el IES Albero de la localidad, su aspiración pasaba por formarse en Ingeniería robótica. ¿Por qué ese cambio? “Sé que en ingeniería voy a tener más posibilidades pero el doble grado me va a satisfacer mucho más a nivel personal”.
Pese a su juventud, Julián es plenamente consciente de la realidad y de las circunstancias del país. Reconoce que le interesa la política, de la que habla con sus padres y sus amigos, y su objetivo es “conocer todo el panorama político español antes de ejercer su derecho al voto. Aunque si algo lamenta es la situación actual de la educación. Reivindica una mayor consideración social de la Educación a la vez que critica su “falta de cercanía” con las materias. “Hay que palpar las materias, el uso sólo del libro crea una barrera con el alumno”, señala.
Aunque si algo lamenta es el estado de la investigación científica, una de sus aspiraciones tras acabar la carrera. “Me encantaría ejercer en España pero probablemente tendré que salir fuera”, reconoce. Aunque vuelve a tirar de optimismo: “Me da pena cómo está la investigación, pero si me quiero dedicar a ello, hay que ir a por todas”.
Julián es joven pero tiene una idea muy clara que, quizás, es la clave de su éxito. La motivación y la búsqueda de la satisfacción personal. “Parece un tópico, pero es real. Si algo te gusta realmente, hay que ir a por ello. Aunque las cosas, al principio no salgan, hay que insistir porque no solo hay un camino”.
La perseverancia es uno de los valores que reconoce, haber aprendido en su familia. “Mi familia, me ha hecho ser como soy ahora”, afirma. Pero en el camino al éxito, el ambiente escolar también es muy importante y se congratula de haber encontrado compañeros que le han respaldado y apoyado. Aunque no todos los jóvenes tienen esa suerte. En un tono serio, confiesa que ha conocido casos de chicos a los que se los compañeros les marginaban por tener un carácter más retraído. “Ahora, el que estudia está estigmatizado en las escuelas”.
Entonces, ¿Cuál es la clave del éxito? A la perseverancia y la motivación, Julián añade dos nuevo ingredientes: el esfuerzo y la inquietud personal. “No voy a mentir, estudiar no es lo mejor, ni siempre es fácil. No me llevo los 365 días estudiando. Hago una vida normal pero me esfuerzo por conseguir lo que quiero y, sobre todo, me gusta aprender”.
Julián señala que su curiosidad personal es la que le ha situado donde está en estos momentos. “Leo libros de filosofía porque invitan a la reflexión y a ser críticos. Y a mí me gusta pensar y hacerme preguntas, todo el mundo debería preguntarse cosas”. Una de sus últimas incertidumbres: “¿Por qué el arco iris es curvo en lugar de recto?”. ¿Alguna vez se lo ha preguntado?