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En pleno corazón de la Avenida de la Cruz del Campo en Sevilla, se encuentra un lugar mágico y misterioso que ha atraído la atención de muchas personas a lo largo de los años. Este lugar, que en algún momento fue considerado encantado o incluso terrorífico, es el edificio de la antigua clínica del Doctor Guija.
Construida en 1919 por colaboradores del renombrado arquitecto Aníbal González, esta clínica inicialmente albergó al Organismo de Investigaciones Agrarias y se encontraba en el número 42 de la mencionada avenida sevillana. Sin embargo, con el paso del tiempo, el edificio cayó en estado de abandono y deterioro.
En 1956, el Dr. Eduardo Guija adquirió el inmueble y lo transformó en una institución psiquiátrica que comenzó a funcionar en febrero de 1957. Esta institución continuó operando hasta 1966, año en que falleció el Doctor Guija. Luego, su hijo tomó las riendas de la clínica hasta su cierre en 1974.
En la década de los 80, el edificio fue reabierto como un restaurante llamado «Parrilla Argentina». Sin embargo, el restaurante cerró después y el edificio, que ya tenía la reputación de estar maldito para sus inquilinos, quedó en manos de una inmobiliaria que finalmente lo vendió al Ayuntamiento de Sevilla. Desde entonces, el edificio comenzó a deteriorarse y a presentar un aspecto descuidado.
El lugar estaba rodeado de numerosas leyendas negras y rumores. Durante mucho tiempo, se creía que en el interior del edificio se llevaban a cabo actividades aterradoras, debido a la confidencialidad que rodeaba a las terapias psiquiátricas del Dr. Guija. Se llegó a especular con terapias de electroshock y otros métodos crueles, aunque esto estaba muy lejos de la realidad.
El edificio abandonado se convirtió en un punto de interés para los jóvenes, que iban en busca de emociones fuertes, a menudo realizando sesiones de ouija en lo que se denominaba «el manicomio del Dr. Guija». Se decía que el lugar tenía una atmósfera tenebrosa y que estaba cargado de energía paranormal.
Los rumores sobre presencias espectrales, sombras y maldiciones hicieron que este lugar se ganara la reputación de ser una «casa maldita» en Sevilla. Los relatos de gritos, lamentos y gemidos contribuyeron a la creación de una leyenda negra en la ciudad, capturando la atención de aquellos interesados en lo paranormal a finales de los años 90.
