Pasear hoy por los Jardines del Guadalquivir, en la Isla de la Cartuja, es hacerlo entre vestigios de uno de los momentos más transformadores de Sevilla. Entre ellos, destaca una estructura que aún llama la atención por su altura y singularidad: la Torre Banesto, uno de los iconos más curiosos y menos conocidos del legado de la Expo 92.

Con 92 metros de altura, la Torre Banesto, también conocida como «El Pirulí de la Expo» fue concebida como una torre mirador panorámica y se inauguró en 1991, un año antes de la Exposición Universal. Durante aquellos meses, se convirtió en una de las atracciones más visitadas del recinto, ofreciendo una vista privilegiada del Guadalquivir, los pabellones de la Expo y el perfil urbano de Sevilla. En sus mejores jornadas llegó a recibir miles de visitantes al día, siendo una experiencia casi obligatoria para quienes recorrían la muestra.

Un mirador único que quedó en silencio

Tras la clausura de la Expo 92, la Torre Banesto mantuvo su actividad durante algunos años más, vinculada a distintos proyectos de ocio en la Cartuja. Sin embargo, el paso del tiempo, la falta de uso continuado y la obsolescencia de sus sistemas técnicos provocaron su cierre definitivo en 2004. Desde entonces, la torre permanece cerrada al público, sin una función concreta y a la espera de un futuro que nunca termina de llegar.

A pesar de ello, su estructura sigue en pie, visible desde distintos puntos de la ciudad, como un recuerdo vertical de aquella Sevilla que miraba al mundo con ambición y modernidad.

¿Por qué no se ha reabierto?

La reapertura de la Torre Banesto no es sencilla. Los expertos señalan que sería necesaria una inversión elevada para adaptar la torre a las normativas actuales de seguridad, accesibilidad y mantenimiento. Además, la ausencia de un proyecto claro sobre su uso —turístico, cultural o recreativo— ha mantenido la torre en un segundo plano dentro del desarrollo de la Cartuja.

Mientras otros espacios de la Expo han encontrado nuevas funciones —universidades, centros tecnológicos, espacios culturales o de ocio—, la Torre Banesto sigue siendo uno de los grandes símbolos pendientes de reutilización.