Perteneciente al distrito de Casco Antiguo y su barrio de San Vicente (41002), con sus 244 m de longitud discurre en la actualidad entre las calles Redes y Baños. Aunque en el plano de Martín de Castro (1426) está documentada como la “vuelta del Carmen hasta calle Redes”, a partir del primer tercio del siglo XV pasa a denominarse de Naranjos o del Naranjuelo, topónimo que aparece sustituido hacia 1530 por el de No Moleras. En la actualidad la calle muestra la misma configuración que ya puede verse en el plano de Olavide (1771), formando un ángulo recto en su arranque para luego discurrir con trazado relativamente recto, si bien no ocurre lo mismo con el nombre pues en 1848, es sustituido por el actual en memoria del marino, astrónomo, matemático y escritor sevillano José Mendoza Ríos (1763-1816). Un justo reconocimiento sin duda alguna a sus méritos, que viene acompañado por la circunstancia de haber nacido en una de sus casas, normal.Y hablando de casas, ya de la que va, en el actual n º 11 tuvo su domicilio Valeriano Domínguez Bécquer, pintor y hermano de Gustavo Adolfo Bécquer y en la que éste vivió acogido por aquél, el último domicilio sevillano, creo, de ambos.

Mendoza Ríos, marino

Volviendo a nuestro protagonista, de su vida sabemos que nació en el seno de una familia acomodada y que estudió en los Reales Estudios de San Isidro, Madrid, donde dio muestras de una excepcional aptitud para las matemáticas. Incorporado al Ejército como cadete del Regimiento Real de Dragones pronto pidió el traslado a la Marina -en esos años era el arma más interesada en la Astronomía y Matemática contemporáneas-, siendo hecho prisionero en 1779 por los ingleses y mandado a Irlanda donde estuvo un año hasta que volvió a Cádiz. Es el primer contacto de Mendoza con Gran Bretaña que habría de tener cierta significación, como veremos, en su vida futura. Tras su regreso -y relevado de sus obligaciones en la Marina debido a su, desde siempre, delicada salud- fue enviado a Madrid para supervisar la impresión de su Tratado de Navegación. Tomo I y tomo II (Madrid, Imprenta Real, 1787)que terminaría siendo una obra de referencia sobre las ciencias y técnicas de navegación. Es entonces cuando decide dar un cambio a su trayectoria profesional y pasar a ser una especie de investigador científico al servicio de los intereses de la Armada española.

Mendoza Ríos, científico reconocido

Y entre otras medidas propone la creación de un instituto de investigaciones en ciencias de la navegación que incluía además un depósito cartográfico e hidrográfico ubicado en Cádiz, precursor del actual Instituto Hidrográfico de la Marina (IHM). Toda una novedad para su tiempo que no fue la única. También propone recopilar o copiar tanto los mapas de interés naval que habían quedado en manos de oficiales de Marina después de su retiro, como los que se encontraban en colecciones privadas de miembros de la nobleza, algunos de ellos antiguos oficiales o políticos. Asimismo, preveía la adquisición en Europa de mapas, cartas, libros, manuales, e instrumentos de interés para la navegación y la realización de un estudio sobre los avances científicos e industriales recientemente realizados en Europa. Para entonces su libro le había dado a conocer en los principales círculos científicos de Europa y ya se trataba con personajes de la talla de Antoine Lavoisier o Pierre-Simon Laplace en Francia o Sir Joseph Banks, presidente de la Royal Society en Londres, muy interesados en su trabajo. Es en esta línea de actuación cuando visita las principales capitales europeas presto a comprar instrumentos marítimos modernos (y a realizar espionaje industrial) siendo elegido en 1792 como miembro correspondiente extranjero de la Academia de Ciencias de Francia y, en 1793, de la Royal Society (Fellow).

Mendoza Ríos, de nuevo en Inglaterra

Poco después publica Memoria sobre algunos métodos nuevos de calcular la longitud por las distancias lunares (Madrid, Imprenta Real, 1795) y un año más tarde, desde Londres, envía una extensa y valiosa colección de mapas, cartas y libros referentes a Navegación y Geografía, a la vez que una sorprendente petición: ser dado de baja en la Armada Española. Una petición que durante años no es atendida, posiblemente esperando un cambio de idea, mientras que él continua su labor científica. En 1797 publicó en Philosophical Transactions de la Royal Society un importante trabajo sobre los problemas centrales de la navegación astronómica, que entonces era un tema científico de considerable dificultad e interés. Y en 1798 se casa transformando la, hasta entonces pasajera, residencia londinense en permanente; nunca volvería a España y en 1800 el Rey aceptaba su renuncia sin que haya quedado clara la causa. Ese mismo año publicaba Colección de tablas para varios usos de la navegación (Madrid, Imprenta Real, 1800). En 1801 publicó en Philosophical Transactions una descripción completa de uno de los instrumentos científicos a los que luego se le dio su nombre, el círculo reflector de Mendoza, que mejoraba el anterior de Borda.

También empieza a redactar la que sería la última edición de sus famosas Tablas lunares, estamos en 1815, diez meses antes de ahorcarse en Brighton no sin antes ser elegido miembro extranjero de la Real Academia Sueca de Ciencias. Para la realización de estas tablas orientadas al cálculo de la latitud de un buque en el mar por medio de dos alturas del Sol y el tiempo transcurrido entre ellas y, a la obtención de la longitud por el método de las distancias lunares, utilizó el método del semiverseno (de su invención) que facilitaba los cálculos. Aunque poco conocido a nivel popular, Mendoza Ríos es, muy probablemente, el matemático y astrónomo español que en los dos últimos siglos haya recibido un más alto reconocimiento internacional por sus aportaciones en el campo de la navegación y la astronomía náutica. De hecho, Inglaterra lo reivindica como uno de sus principales científicos.