Alex O'dogherty en su entrevista con Sevilla Actualidad - Coral Gata
Alex O'dogherty en su entrevista con Sevilla Actualidad - Coral Gata

Por tres años, Álex ODogherty se sumergió en un viaje que fue tanto físico como emocional. Irlanda, México, Sevilla, su propio apellido y su curiosidad insaciable conforman la ruta de un artista inclasificable que, como él mismo dice, es «aspirante a payaso». Actor, músico, monologuista, escritor y showman, O’Dogherty ha recorrido escenarios y recopilado palabras, mapas familiares y rincones del lenguaje, guiado siempre por la misma brújula: la curiosidad.

«Lo más destacable ha sido poder pasar más rato con mi padre, poder haberle dedicado este tiempo, poder haberle escuchado mejor y haber plasmado todo su trabajo en esto», confiesa sobre el documental De todos lados un poco, en el que explora sus orígenes y su apellido. El proyecto, fruto de tres años de viajes y hallazgos, lo llevó a Irlanda y a México, en un proceso que define como «muy intenso y muy emocional».

El ADN y el desconcierto de las raíces

El punto de partida de su investigación familiar fue una prueba de ADN. «Fue un poco chocante, porque yo también en aquel momento pensaba que las pruebas de ADN eran Dios», recuerda. Pero la experiencia le enseñó que los resultados dependen «del tipo de prueba, de la empresa y de la base de datos que tenga cada una». La primera prueba no arrojó nada de Irlanda, lo que le resultó «una desilusión», aunque el segundo test amplió la información.

«La primera vez que vimos los resultados fue un shock. Fueron más surrealistas de lo que esperaba», admite. En ese camino también vivió momentos insólitos en México, donde se encontró con familias que «hacía mucho tiempo no se veían» y otras que «no se llevaban tan bien». «Y encontrarme también con O’Dogherty de todas partes del mundo sin que supieran quién era yo y accedieran a charlar conmigo, eso fue muy surrealista también».

Sobre la diversidad del apellido, O’Dogherty explica que «no es que haya varias ramas, sino que es un apellido tan común que existe en todas partes, a veces con grafías irreconocibles». En España, incluso, sabía que había otras familias con las que apenas había tenido contacto: «Eso es lo que hice: acercarme».

«Aspirante a payaso»

Si su apellido fuera un personaje, lo describiría como «un poquito de todas esas cosas: rebelde, viajero y andaluz». Rebelde «porque tuvo su momento con la batalla de independencia de los irlandeses», viajero «por supuesto», y andaluz «porque después de más de 200 años ya se puede empezar a considerar también».

Cuando se define a sí mismo, lo hace con humor: «Aspirante a payaso». Es una autodefinición coherente con quien ha hecho del humor una forma de pensamiento, de resistencia y de observación.

El diccionario de las palabras olvidadas, como concolé y ababol

Durante sus giras teatrales, O’Dogherty fue recopilando palabras que no aparecen en el diccionario. De ahí nació Palabrerío ibérico, un libro que define como «un viaje literal», porque fue lo que hizo para reunirlas. «Mientras vas leyendo y pasando de una provincia a otra te das cuenta de que no es solo una colección de palabras. Tienen sentido juntas, definen bastante bien el carácter de cada sitio».

Recuerda con especial cariño la palabra concolé: «Me dijeron en Ubrique que significaba nariz grande, y con el tiempo me di cuenta de que la expresión era «no veas el nota, tiene concolé», que quiere decir «tiene con qué oler», tiene concolé». También le fascina ababol, que significa tanto «tonto» como «amapola»: «Es una manera bonita de llamar a alguien tonto».

En este sentid, asegura que no hay transición entre su faceta de actor y la de recopilador de palabras: «Todo está dentro de eso. Lo recopilé dentro de mis giras por teatro». Aunque no planea una segunda edición, dice que «aún sigo, lo que pasa es que ahora en este espectáculo saco el libro y juego con los espectadores a que adivinen palabras».

«A mí me ha movido siempre la curiosidad»

Entre la risa, la emoción y la curiosidad, Álex O’Dogherty lo tiene claro: «Me inspira la curiosidad siempre. La risa es una consecuencia y un objetivo también, pero lo que me ha movido siempre ha sido la curiosidad por aprender y descubrir cosas nuevas». Esa inquietud explica su diversidad de proyectos. «La pregunta de por qué hago tantas cosas es porque precisamente tengo mucha curiosidad».

«El humor no tiene límites, los tienes tú»

En tiempos en los que las redes sociales parecen vigilar cada chiste, Álex O’Dogherty mantiene una reflexión lúcida sobre el humor: «Me gusta la palabra vigilado, es la más apropiada. Es cierto que está más vigilado. No es que no se pueda bromear, se puede bromear con todo. Lo que pasa es que luego hay consecuencias».

En su espectáculo Imbécil (midiendo las palabras) dejó clara su máxima: «El humor no tiene límites, los tienes tú». Lo explica así: «El humor en sí no tiene límites, nadie se los va a poder poner. Tú pones los tuyos porque cada uno tiene algo que no tolera que se haga bromas con eso. Todo el mundo tiene algo que no le hace gracia. Hay gente que tiene muchos límites, hay gente que tiene muy pocos, pero todos los tenemos».

Sevilla, su casa

Aunque nació en San Fernando, su vínculo con Sevilla es profundo: «Sevilla la llevo muy dentro. Cada vez que vengo me noto en mi casa. Por el ambiente, por la temperatura, por las palabras, por cómo habla la gente. Cada vez que vengo me entran ganas de quedarme».

Recuerda con especial cariño los quince años que vivió en la ciudad, entre los 20 y los 35: «Fueron años muy felices, una franja muy importante de la vida. Viví cosas malas, imagino, pero lo que recuerdo son cosas maravillosas que me pasaron durante aquellos años».

También se reconoce en el carácter sevillano: «La guasa, reírse de uno mismo, de la propia ruina, eso es muy de aquí. La guasa con el contrario, la guasa Sevilla-Betis, define mucho a esta ciudad. No la rivalidad, sino el cachondeo. Esa capacidad de reírse de esas situaciones es lo que más me cautiva».

La labor de Monchi para revivir al San Fernando

Su padre, a los 92 años, sigue siendo seguidor fiel del San Fernando, y él también mantiene su carnet del club: «Este año lo que ha pasado ha sido lo peor, pero ha empezado una nueva andadura con ilusión, gracias a Monchi, que está haciendo una labor estupenda».

Cuando se le pregunta por una palabra para definir la política española, responde con ironía: «Santo Cristo». Y añade que si los políticos hicieran gira por el país como él, «aprenderían mucho y sobre todo se avergonzarían de pensar tanto en ellos y menos en la gente».

El Congreso, dice, no le provoca risa: «Odio que allí se utilicen sinónimos de payasada o teatro, me parece redundante. Allí no hay nada que provoque risa, la mayoría de las veces provocan pena porque ni siquiera saben hablarse ni escucharse entre ellos».

Inteligencia artificial y el lenguaje

Sobre la posibilidad de aplicar inteligencia artificial a su diccionario, Álex O’Dogherty se muestra cauto: «Descubrí la inteligencia artificial casi cuando estaba terminando el libro. Busqué algunas palabras y me di cuenta de algo muy peligroso: se inventa las cosas que no sabe, pero con una naturalidad que te la crees».

Cuenta entre risas que llegó a llamarla «chati» y comprobar cómo le daba respuestas falsas con total seguridad: «Me decía cosas inventadas, y cuando le decía «me lo estás inventando», me contestaba «ay, sí, me has pillado». Le dije: «Vete a la mierda»». Aun así, reconoce su utilidad: «Es una herramienta utilísima para muchas cosas, pero hay que tener mucho cuidado».

Álex O’Dogherty no deja de imaginar, reír, buscar y descubrir. Como su propio apellido, se expande, se transforma y se adapta a cada lugar donde su curiosidad lo lleva. A veces viaja al pasado, otras al lenguaje, y siempre con la misma brújula: «La curiosidad». Porque, como bien dice, «el humor no tiene límites, los tienes tú».