(Continuación) Y en 1509 emprendió la que sería su última expedición a América (¿sexta?, ¿séptima?), de nuevo junto a Alonso de Ojeda y para tomar posesión de las costas de la actual Colombia. Con un nombramiento de alguacil mayor para las nuevas tierras le acompañaban en esta ocasión su mujer, hijos y dos esclavas, y entre los trescientos hombres que iban en los bergantines, un soldado llamado Francisco Pizarro.
Desgraciadamente en este viaje de la Cosa perdió su vida, en la entonces bahía de Calamar cerca de la actual y colombiana Cartagena de Indias, el 28 de febrero de 1510 durante un enfrentamiento armado con indígenas, al defender la retirada de Ojeda. Así pereció el gran marino, explorador experimentado, excelente cartógrafo, buen geógrafo y observador atento que fue ojos y oídos de Isabel la Católica y de quien Fray Bartolomé de las Casas, hombre del que sabemos fue poco dado a los elogios, dejó por escrito: «Juan de la Cosa, vizcaíno, que por entonces era el mejor piloto que por aquellos mares había». O sea.
«La broma»
Fue también un hombre clave en la divulgación del conocimiento de su tiempo, como lo prueba la relación detallada que dejó de algunos de los avatares acaecidos durante las expediciones y que resultarían de especial interés para viajes posteriores. Es el caso de los datos que aportó sobre el problema de «la broma», nombre que se dio a un gusano marino que carcomía el casco de madera de las naves (se alimenta de ella) y que históricamente fue una plaga al causar daños que llegaban a hundirlos como le ocurrió a Cristóbal Colón en su cuarto viaje. Se estima que su destrozo e ingesta de madera produjo el hundimiento de más barcos que la propia piratería, las tempestades o las batallas navales; es probable que su peculiar nombre, «broma», provenga de forma sarcástica del «problema» que creaba en los buques de la época este molusco. Porque a pesar del denominarlo gusano marino, en realidad se trata de un molusco bivalvo alargado (Teredo navalis) de hasta 20 o 30 cm de longitud, de ahí su apariencia de gusano, procedente de las aguas del Caribe. Una especie de termitas marinas que entre los siglos XVI y XVIII se combatió recubriendo los cascos de materiales como el metal cobre (Cu).
Carta o mapa de Juan de la Cosa, 1500. Más detalles
Pero sobre todo su aporte cultural sobresale, y de forma destacada, la confección de su mapamundi, el primero del continente americano que sería de importancia capital para la navegación y otros menesteres como fue, solo lo cito de pasada, el Tratado de Tordesillas. La carta fue una referencia obligada en el estudio del desarrollo de la cartografía y la representación del mundo pues no en vano fue realizada solo ocho años después de la llegada a América, y por alguien que había sido protagonista directo de muchos de los descubrimientos que reflejaba. No obviar que, bien por cuenta propia o ajena, de la Cosa había descubierto toda la costa septentrional de la América del Sur y parte de la central; pocos navegantes tienen semejante hoja de servicio. Una carta que además y de manera excepcional firmó, un hecho poco común en la época, y en la que se representan algunos ríos, puertos y núcleos de población con la mayoría de los topónimos escritos en castellano antiguo y señalados mediante símbolos convencionales.
Carta o mapa de Juan de la Cosa, 1500. Otros aspectos técnicos
Pormenorizando, entre ellos, destaca que en América del Norte no aparecen la península de Florida, el golfo de México o la península de Yucatán; América Central está tapada por la efigie del santo y de América del Sur se muestra la costa desde el cabo de la Vela hasta el cabo de San Agustín, viéndose una parte del norte del Brasil; por otro lado, las Antillas aparecen de manera completa. El cartógrafo parece sugerir que las tierras descubiertas en el norte y el sur de América podrían estar unidas formando un solo continente, aunque con la efigie superior hizo un truco para permitir la posibilidad de que existiera un paso marítimo entre ambas en Centroamérica, cosa que Colón creía. Por su parte, el contorno de las costas de África aparece dibujado por primera vez de manera correcta gracias a los últimos viajes de exploración realizados por los portugueses; así como la zona de Europa y el Mediterráneo que aparece bien detallada, mientras que amplios sectores de Asia se muestran vacíos e imprecisos, probablemente por ser desconocidos o identificarse aún con las «Indias» descubiertas por Colón. Ya sabe.
En general los territorios están ubicados con proporción y exactitud en lo referente a la coordenada geográfica de la longitud, mientras que en la de la latitud no lo son tanto; sirva de ejemplo la representación de la isla de La Española (República Dominicana y Haití) a la misma latitud que las Islas Canarias. Lo que dicho sea de paso no deja de ser un error de bulto, a la vez que supuso toda una gesta científico-técnica conseguir tal exactitud con las herramientas y conocimientos de la época.
Carta o mapa de Juan de la Cosa, 1500. Peripecias existenciales
Desde que aparece en 1500 es un documento que se pone a buen resguardo y la información que contiene, como la de otras cartas, es manejada por un grupo muy reducido de personas y controlada por la Casa de la Contratación de Sevilla, donde se centraliza absolutamente todo lo relacionado con América. Con posterioridad debió pasar al Archivo de Indias junto a todos los documentos, planos, cartas, etcétera y, claro, es posible que saliera hacia algún monasterio, … (¿Continuará?)
