Entre los edificios del Parque Científico y Tecnológico de la Cartuja se levanta una silueta inconfundible: un tejado curvado al estilo oriental que recuerda que aquí, en Sevilla, convivieron durante meses las culturas del mundo. Treinta años después de la Exposición Universal, el antiguo pabellón de Corea sigue en pie, convertido hoy en la sede de la empresa tecnológica Alter Technology y en uno de los vestigios mejor conservados de aquella muestra que transformó la ciudad.

El edificio fue uno de los más llamativos del recinto por su diseño, que combinaba tradición y modernidad. Inspirado en los templos y casas ceremoniales coreanas —los llamados Janchijip—, el pabellón utilizó madera, acero y cerámica para representar el equilibrio entre naturaleza y tecnología, un mensaje central de la participación coreana en la Expo 92.

Tras el cierre de la exposición, el Gobierno de Corea del Sur cedió el edificio y, tras varias reformas, pasó a albergar la sede de Alter Technology, una empresa dedicada a la certificación y ensayo de componentes electrónicos para el sector aeroespacial y de defensa, consolidada como una de las compañías de referencia del Parque Tecnológico Cartuja.

Aunque el edificio ha sufrido modificaciones en su planta baja y en la tonalidad original de sus columnas, conserva su estructura y cubierta característica. Su estado de conservación contrasta con el de otros pabellones del recinto que no corrieron la misma suerte.

El Círculo de Empresarios de Cartuja ha propuesto que el edificio sea incluido en el catálogo municipal de protección patrimonial, al considerarlo un ejemplo único de arquitectura contemporánea inspirada en la tradición asiática. Su singularidad, su valor como testimonio del legado de la Expo y su integración en el tejido tecnológico actual lo convierten en uno de los símbolos más representativos del recinto.

Más de tres décadas después, el antiguo templo oriental sigue en pie, fusionando el espíritu de la Expo 92 con la innovación tecnológica que hoy define a la Cartuja.