Imagen de archivo del Aeropuerto de Sevilla.
Imagen de archivo del Aeropuerto de Sevilla.

El aeropuerto de Sevilla cerró el mes pasado el mejor septiembre de su historia, con 821.916 pasajeros y un crecimiento del 3,2% respecto a 2024. Sin embargo, el dinamismo del tráfico aéreo contrasta con la ausencia de una conexión ferroviaria directa con la capital, una infraestructura largamente postergada que vuelve a situarse en el centro del debate cada vez que el aeródromo hispalense pulveriza sus propios registros. A base de récords de viajeros, el aeropuerto de Sevilla sigue pidiendo paso a la conexión ferroviaria.

El balance de septiembre arroja una media de casi 27.400 usuarios diarios, impulsados en buena medida por el tráfico internacional, que aportó más de la mitad de la actividad comercial. De los 820.518 viajeros en vuelos regulares desde el aeropuerto de Sevilla, 419.796 optaron por conexiones con el extranjero (+5,2%), con Italia, Francia y Reino Unido como los mercados más activos. La ruta con Estambul, operada ahora por Pegasus y Turkish Airlines, multiplicó por dieciséis su volumen de pasajeros respecto al año anterior. En total, el aeropuerto atendió 6.240 vuelos —5.489 de ellos comerciales— y movió más de 940 toneladas de carga, un 6% más que en 2024.

La positiva evolución de septiembre consolidó además un balance histórico en los nueve primeros meses del año. Entre enero y septiembre, el aeropuerto de Sevilla superó los 7,1 millones de pasajeros, lo que supone un incremento del 4,5% respecto al mismo periodo de 2024. De ellos, 3,7 millones viajaron al extranjero, lo que refleja la creciente proyección internacional de San Pablo y su consolidación como uno de los aeródromos de referencia del sur de Europa. En este periodo operaron 54.009 vuelos, de los cuales 47.920 fueron comerciales, mientras que el movimiento de mercancías ascendió a 8.435 toneladas, un 7,2% más que el ejercicio anterior.

El aeropuerto de Sevilla crece, se moderniza y amplía su oferta internacional para los viajeros, pero lo hace sin una conexión ferroviaria que lo conecte de manera directa con la ciudad, pese a sus seguidos récords. La paradoja es evidente: un aeropuerto que roza los ocho millones de pasajeros anuales sigue dependiendo del tráfico por carretera para canalizar la totalidad de sus accesos. Cada nuevo récord pone de manifiesto la fortaleza del aeródromo, pero también la deuda pendiente de una infraestructura tantas veces prometida como postergada.