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La polémica por los toldos instalados en la Avenida de la Constitución de Sevilla no deja de crecer. Si ya el coste y el diseño, que ofrece más sombra al tranvía que a los peatones, habían desatado las críticas ciudadanas, ahora se suma un aspecto aún más grave: el impacto directo sobre edificios históricos del centro.

Según ha podido comprobarse, hasta 19 anclajes metálicos han sido fijados en las fachadas de inmuebles catalogados, con el objetivo de reforzar los pilares que sostienen la cubierta textil.

Entre los inmuebles intervenidos se encuentra el antiguo Teatro Coliseo España, una de las joyas del Regionalismo sevillano y catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC). En este edificio, al menos cinco anclajes perforan sus muros de ladrillo visto, alterando una de sus principales señas de identidad arquitectónica.

La medida no se ha limitado al Coliseo. También se han instalado anclajes en otros edificios de relevancia patrimonial, como el contiguo a la Torre de Abd el Aziz, el inmueble de la Farmacia de Santa Lucía, proyectado por Espiau y Muñoz en 1910, o una construcción del siglo XIX situada ya en la calle Maese Rodrigo. A ellos se suman otros dos anclajes colocados más adelante en la Avenida, en dirección al Archivo de Indias y la Catedral, lo que eleva el número total a 19.

El objetivo de estos anclajes es reforzar los pilares metálicos que sostienen la estructura textil. Sin embargo, la solución ha levantado numerosas dudas tanto en el ámbito técnico como en el ciudadano. Colectivos y expertos advierten de que la intervención afecta de manera directa a bienes catalogados y cuestionan si se han seguido los trámites adecuados ante la Comisión Provincial de Patrimonio, que debe autorizar cualquier modificación en este entorno protegido.

Los toldos, que estarán en funcionamiento apenas unas semanas, han generado un intenso debate público. Al coste económico y a las críticas por su escasa funcionalidad —dan más sombra al tranvía que a los peatones, según denuncian los usuarios—, se suma ahora el posible daño patrimonial.

El asunto ha traspasado ya el debate local y se ha convertido en objeto de comentarios, chistes y memes en redes sociales, proyectando una imagen de Sevilla que muchos consideran poco acorde con la relevancia cultural y patrimonial de la ciudad.