La reciente instalación de toldos en la Avenida de la Constitución de Sevilla ha abierto una fuerte controversia que trasciende lo meramente estético. Con un presupuesto cercano a los 300.000 euros, la medida ha sido presentada por el alcalde José Luis Sanz como una solución para mitigar el calor en uno de los ejes principales de la ciudad. Sin embargo, la actuación llega a finales de agosto, cuando las temperaturas extremas ya han remitido, y se desmontará apenas unas semanas después, lo que ha alimentado la percepción de que se trata de un proyecto caro, poco práctico y con un calendario difícil de justificar.
La oposición ha coincidido en criticar la iniciativa, aunque con distintos enfoques. Desde Izquierda Unida, su portavoz Ismael Sánchez ha calificado la actuación de «tomadura de pelo», reprochando que los toldos apenas dan sombra a los peatones y, en cambio, cubren principalmente al tranvía, un medio de transporte que ya cuenta con climatización. Además, ha lamentado que se destinen cientos de miles de euros a un proyecto efímero mientras persiste la falta de sombra real en colegios, parques y barrios de la ciudad.
El PSOE, por su parte, ha puesto el acento en la falta de transparencia y en posibles irregularidades administrativas. Su portavoz, Antonio Muñoz, ha denunciado contradicciones económicas en el expediente, modificaciones de contrato sin una nueva licitación pública e incluso la ausencia de un informe actualizado de la Comisión de Patrimonio Histórico, a pesar de que la instalación afecta a edificios protegidos. Además, ha señalado problemas de movilidad derivados de la invasión del carril bici y ha criticado la planificación «sin sentido» de un proyecto que, tras semanas de montaje, apenas permanecerá instalado durante tres semanas.
Mientras tanto, desde el gobierno municipal se defiende la medida como una respuesta a una demanda histórica y como un compromiso electoral cumplido por José Luis Sanz. El delegado de Urbanismo, Juan de la Rosa, ha subrayado que se trata de la primera vez que la Avenida cuenta con toldos para proteger del sol a viandantes y ciclistas, equiparándolos a las tradicionales velas que históricamente han proporcionado sombra en la ciudad. A su juicio, las críticas de la oposición responden más a intereses partidistas que a una preocupación real por el bienestar ciudadano.
Sin embargo, la percepción en la calle y en redes sociales apunta en otra dirección. Numerosos vecinos han cuestionado la utilidad real de los toldos, señalando que han llegado tarde, que tapan más al tranvía que a los peatones y que su coste resulta desproporcionado. La imagen de estas lonas a finales de verano, fijadas en fachadas históricas y con un uso tan limitado en el tiempo, se ha convertido para muchos en un símbolo de improvisación política. Con una Sevilla que cada año sufre veranos más largos y extremos, la ciudadanía demanda soluciones estructurales, como la plantación de árboles y la creación de espacios verdes, que garanticen sombra permanente y una mejor calidad de vida.
