Archivo - Turistas se hacen una fotos detrás de un termómetro que marca 52 grados, en una foto de archivo. - Eduardo Briones - Europa Press - Archivo
Turistas se hacen una fotos detrás de un termómetro que marca 52 grados, en una foto de archivo. - Eduardo Briones - Europa Press

La capital andaluza ha aprendido a convivir con el calor como parte de su identidad. Pero, aunque este forma parte del alma sevillana, hay veranos que superan con creces cualquier recuerdo térmico. Desde récords históricos hasta nuevas olas abrasadoras, los veranos más calurosos que ha vivido Sevilla en las últimas décadas se cuentan entre los episodios más extremos de calor en Europa. El verano de 2025 se perfila ya como uno de los más duros, pero no es el único que ha dejado huella en los termómetros —y en la memoria colectiva.

El 23 de julio de 1995 se alcanzaron en Sevilla los 46,6 °C, una cifra que aún se mantiene como el récord oficial más alto registrado en la ciudad por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Aquel verano fue especialmente largo y seco, y la ola de calor afectó con especial dureza a todo el valle del Guadalquivir. Las noches tropicales se hicieron insoportables y los hospitales registraron un aumento significativo de casos relacionados con golpes de calor.

Ocho años más tarde, el 1 de agosto de 2003, una estación del aeropuerto de Sevilla recogió un valor de 47,2 °C, aunque no fue homologado oficialmente por la AEMET. Aquel verano quedó marcado como uno de los más letales en Europa, con miles de muertes relacionadas con la ola de calor que se extendió por Francia, Italia y España. En Sevilla, la ciudad pareció detenerse bajo un cielo abrasador, y los ciudadanos buscaron refugio en piscinas, fuentes y comercios con aire acondicionado.

La evidencia del cambio climático ha hecho que los episodios extremos ya no sean una rareza. En 2022, el mes de julio fue el cuarto más caluroso registrado hasta entonces en Sevilla. Se contabilizaron 13 días con temperaturas por encima de los 40 °C y una máxima de 43,8 °C. El verano de 2024, sin alcanzar picos tan extremos, fue considerado por los expertos como el más caluroso en términos globales, con una temperatura media muy alta y una persistencia sofocante que afectó al día a día de la ciudad.

El presente verano ha arrancado con una virulencia inusitada. Junio de 2025 ha sido ya catalogado por la AEMET como el más caluroso en España desde que existen registros, superando incluso a junio de 2017. En Sevilla se alcanzaron temperaturas de hasta 45,2 °C, un récord para ese mes, y la superficie del suelo en la ciudad llegó a marcar 50 °C, según mediciones satelitales.

Las previsiones apuntan a que julio podría mantener esta tendencia ascendente. La ciudadanía ha empezado a modificar sus hábitos para adaptarse: cambios en los horarios laborales, alerta sanitaria, medidas de emergencia y restricciones en actividades al aire libre se han convertido en la norma durante este verano que aún no ha alcanzado su ecuador.

En los últimos años, distintas organizaciones han comenzado a nombrar las olas de calor, una iniciativa pionera impulsada por la ONG Climate Central y la ciudad de Sevilla, la primera del mundo en adoptar este sistema. De este modo, fenómenos como la ola de calor «Zoe» en 2022, que provocó noches por encima de los 30 °C, ayudan a comunicar de manera más clara los riesgos a la población.

Sevilla es, hoy más que nunca, símbolo de las consecuencias del cambio climático en las ciudades del sur de Europa. La frecuencia y gravedad de las olas de calor se han multiplicado en las dos últimas décadas, y los modelos climáticos no anticipan mejoras a corto plazo. Frente a ello, la ciudad afronta el desafío de adaptarse: ampliar las zonas verdes, rediseñar el urbanismo, cambiar las rutinas y reforzar las políticas públicas.